Capítulo 4: De bar en bar

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-Oh, disculpe. Lo siento.

-No, no lo sientes. ¡Mira lo que has hecho niña! ¡Me lo has tirado todo al suelo!

-Con todo el respeto señor, no soy una niña.

- ¿Cuántos años tienes? ¿12?

-18.

Bueno, os preguntaréis porque me estoy peleando con un viejo señor amargado que solo quiere que lo dejen en paz, en plena calle un viernes por la mañana. Os cuento: Solo estaba patinando como buena ciudadana que soy, cuando de repente choqué con el señor y le tiré las bolsas con comida. Solo eso.

¿Solo eso?

Bueno...mhm...puede que, al chocar, lo agarrara son querer para no caerme y al final ha sido el quien se ha caído. Menos mal que estaba bien del lumbago y no ha tenido problemas para levantarse. No lo he matado de la caída, pero me he ganado muchas miradas de odio de la gente al escuchar como el pobre señor me gritaba. ¿Por donde iba?, Ah si, estaba con el señor.

-Le ayudo.

-Quita -me aparta de un empujón -tu ya has hecho bastante.

-Solo quiero arreglar mi error.

-Pues solo lo empeoras -me dice y me cruzo de brazos.

Esas palabras no deberian afectarme, pero lo hacen. Me vienen recuerdos de cuando estaba con Richard. Más bien, el recuerdo que se me viene a la cabeza es cuando sin querer, tiré los botes con liquido con los que estaba haciendo un trabajo. Después de eso, solo estuvo lo que quedaba de tarde insultándome y diciéndome que todo lo que tocaba lo tiraba y siempre acababa empeorando las cosas.

Niego con la cabeza para olvidarme de esos recuerdos. Vuelvo a centrarme en el señor, pero ahora hay algo raro. Me está mirando con cara de asustado. Espera...espera... ¿yo doy miedo? No me lo creería ni aunque me dieran un millón de euros, por lo que me doy la vuelta y allí lo veo.

Readen viene hacia mi a pasos de gigante y se coloca al lado mío. Me tenso un poco cuando me pasa uno de los brazos por los hombros, pero al cabo de unos segundos consigo relajarme.

¿Este chico está en todas partes, o que?

- ¿No tienes nada mejor que hacer, que estar gritándole a una mujer? No sé, ¿no tienes que ir a la residencia de mayores? Piérdete y déjala en paz de una maldita vez.

No espera a que responda, sino que se gira y empieza a caminar, todavía con un brazo sobre mis hombros solo escuchando el ruido de mis patines. Cuando ya estamos lo suficiente lejos, apartó su brazo de mis hombros y lo miro muy seria.

- ¿Que? -pregunta.

- ¿Como se te ocurre hablar de así?

-Te estaba gritando.

- ¿Y qué? Solo estaba de mal humor por mí torpeza.

-Me da igual, no puede ir tratando a la gente, así como así. Se merecía que alguien lo pusiera en su lugar. Y tú deberías aprender a hacerte notar. No puedes dejar que nadie te trate mal. Le tiene que enseñar a la gente al mundo la maravilla de mujer que eres, que no deja que nadie ni nada, la humille.

-Gracias, pero no se hacer eso.

-Sí que sabes, solo que no lo pones en práctica. Pero tranquila, ya llegará algún momento.

- ¿Gracias?

-De nada -y me sonríe.

- ¿Y tú qué haces por aquí?

-Queria despejarme un poco. No he dormido nada desde ayer.

- ¿Estás bien?

-Sí. Solo son unos absurdos problemas familiares.

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