3

10 1 0
                                    

Ven un momento.— me acerqué a el y alzó su mano. —Intenta tocarla.— asentí. 

Levanté mi mano y la puse sobre la suya pero rápidamente la quité.

No puedo hacerlo Roier

No te preocupes, ven, te enseñaré a defenderte.—

Ambos bajamos, fuimos a la sala y se puso delante de mi.

Golpeame.— negué. —Hazlo.—

¿Por qué tengo que pegarte? no quiero hacerlo.

Es para que aprendas a defenderte.

Si eso implica pegarte no quiero aprender a defenderme.—

Estaré bien, lo prometo.— asentí. —Pegame.—

Le pegué pero muy suave.

Pepita hazlo bien— asentí y le pegué de nuevo pero esta vez creo que si le di muy fuerte. —¿De donde sacaste esa fuerza?.— reí. —Lo estás haciendo muy bien.

Pasamos un rato así y luego el empezó a "pegarme" para ver si podía defenderme. 

Ultima prueba.— asentí. —Oye niña dame tú dinero.

No te voy a dar nada bobo.— negó. —¿Y ahora qué hice?

No digas "bobo" suenas como una niña pequeña y tienes que demostrar que no lo eres.— asentí. —Mejor di pendejo.—

Bien.

Oye niña dame tú dinero ahora mismo.—

No voy a darte nada hijo de tu puta madre.— sonrió y asintió dándome a entender que lo había hecho bien.

¿Ah no?— negué y se acercó a mi, quedó muy cerca así que lo único en lo que pude pensar fué en besarlo. —No puedes tratar al vato así, no porque lo beses te va a dejar de molestar.— reí y asentí. —Voy a golpearte si no me das el dinero.— me acerqué a el le pegué en el estómago. —Uy perfecto hasta aquí el entrenamiento.— 

Muchas gracias por enseñarme a defenderme.— lo abracé sin darme cuenta.

De nada preciosa.— me besó la cabeza —Ve a bañarte.— asentí y me fuí a mi habitación.

Aún estaba asimilando todo, ¿Como era qué había hecho eso? ¿Por qué sentía que el era diferente? ¿Por qué me hacía sentir tan especial? ¿Por qué se preocupaba por mi?, todo tenía una respuesta. Porque era mi niñero y eso era lo que tenía que hacer.

Me bañé y me acosté a ver mi cel, un rato después Roier me llamó para cenar.

—Si mañana te hacen algo parteles su madre.— asentí riendo.

Te quiero mucho Roier.

Y yo a ti princesa.— pellizcó levemente una de mis mejillas. —Inténtalo de nuevo.— levantó su mano y al fin pude tocarla. —Lo lograste Pepita.— asentí con una sonrisa.

Terminamos de comer y me levanté de la mesa.

Ve a dormir.— negué.

Lavaré los platos por ti.

No hace falta Pepita.— 

Yo lo haré, no te preocupes, ve a dormir.— se acercó y me besó. —Adiós.— 

Besarte es mi pasión.Unde poveștirile trăiesc. Descoperă acum