CAPÍTULO 1

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Actualidad...

North había cumplido 15 años hace muy poco, aunque prácticamente no se había dado cuenta, los dioses no solían felicitar en un cumpleaños, mucho menos celebrarlo, son divinidades eternas, era de esperarse que contar los días a saber cuantos años tenia cada uno no era una prioridad, ¿Que mas daba? No eran mortales, todos vivirían para siempre. 

El joven ahora tenía sus ojos blancos fijos en las hermosas estrellas en el cielo. Le fascinaba mirar a aquellos puntos blancos que el podía controlar, era casi como su espacio, un sitio en el que se sentía seguro. Era mas que logico que el dios de las estrellas se sintiera bien en el reino en el que abundaban los cuerpos celestes.

−¿Mirando las estrellas otra vez?− Su madre preguntó, entrando en el lugar, Crystal siempre había respetado las horas que se pasaba North mirando a las estrellas, ella solía hacer lo mismo en el bosque, pasaba horas andando alrededor. Las entidades divinas tendían a sentirse seguras en los lugares que ellos controlaban, y manifestaban muchas veces una obsesión con todo lo relacionado a ello. Era totalmente normal ante sus ojos, y más en la situación en la que estaba su hijo. O al menos era lo que su madre le decía cada vez.

North asintio, y siguio sentado en el borde de la colina. Su mama se arrodillo a su lado, pero ella puso sus ojos en el bosque debajo. 

−Madre− North empieza, posando la mirada en su madre. −¿Donde esta papa?−

Crystal no levanto la mirada, pero aun así respondió, prácticamente sin pestañear. 

−Está en su estudio

North asintió, y se volvió  perder en sus pensamientos, su padre pasaba mucho tiempo en su estudio, ¿qué tipo de vida eterna es esa? ¿Porque no salia?. Un escalofrio recorrio su cuerpo, quizás era un plan para derrocar a los dioses, o hacer que los mortales se peleen para su diversión de nuevo. Había visto alguna vez algunas de sus guerras, y no eran bonitas. ¿Como seria una batalla de dioses?, no quería saberlo, ¿los dioses podían morir?.

−Mama, tengo una pregunta− Exclamó el menor.

−¿Que pasa, hijo?

−¿Los dioses pueden morir?

North vio a su madre abrir los ojos como platos, y mirarle rápidamente, su hermoso pelo morado se movia con sus movimientos, su tez morada y su complexión delgada la hacían hermosa bajo la luna, ¿como una mujer tan hermosa acabaría con un hombre como su padre? Tantas preguntas y tan pocas respuestas.

Crystal puso las manos en sus hombros, North la miro con confusión.

−North.− Su madre dijo seriamente. −No vuelvas a hacer preguntas así. ¿Entendido?

El chico titubeo, no sabia que decir, su madre nunca había sido tan seria, normalmente era amable...

−Lo prometo

−Bien− La mayor le abrazó cariñosamente, y siguió mirando al paisaje, aun asi, el chico siguio dandole vueltas al tema en su cabeza, no pudiendo olvidar todas las dudas que tenía. La necesidad de saber lo que el resto de dioses querían mantener oculto. Su naturaleza, los reinos, el amor... ¿Cómo funciona?. North quería saber de dónde venían las estrellas, el reino de los dioses, el cielo, la naturaleza. ¿Como algo tan hermoso podía venir de un mismo ser?. Hay tanto tan oculto que el chico quería descubrir, mantenerlo en su mente, los mortales, sus tradiciones eran tan extrañas, eran muy diferentes, ¿de donde venían pues?, no existía una divinidad que creara a los mortales, prácticamente todos los dioses los odiaban y tenían pensado destruirlos, pero para North, eso no era justo, ¡Todo el mundo merece una segunda oportunidad! Además, todos los mortales son diferentes, las divinidades engloba a todos como lo peor jamás creado, pero en realidad, todos eran tan diversos, todos no pueden ser malos, simplemente tienen defectos que seguro podrían mejorar.

−¡Crystal!− North oyó la voz de su padre desde el castillo. −¡Tu hermana ha venido a visitar!

El menor vio como su madre se levantaba y entraba adentro para saludar a su hermana. La tía del chico era la diosa de la inteligencia. Davika. North no se levantó a acercarse, o a hablar con ella, nunca había sido uno de socializar, menos con su familia, por lo que simplemente se quedó mirando a las estrellas.

Claro que la hermana de su madre, salio rapidamente.

−North, ¿estas ahí?− Su voz preguntó, el pelo de la mayor era blanco, como el de North, solo que mas largo y precioso, cayendo sobre sus hombros, ella se sentó a su lado sin apenas preguntarle nada, el menor se estremeció, pero rápidamente recuperó su compostura lo mejor que pudo. El chico asintió ligeramente, luego un pensamiento inundó su mente.

−Tia.. Tengo una pregunta− Exclamó North, Davika asintió dándole luz verde para proseguir..−¿Los dioses pueden morir?

La mayor le miró seriamente, y negó con la cabeza, después se puso a pensar. ¿Debería confesarlo? El niño era pequeño, y su madre se hacía cargo de que North no siguiera los pasos de su padre, quizás era seguro... 

−No puedo contestarte− Confesó ella, sus ojos azules fijados en el niño −No sería seguro

−¿Porque no?− El chico se levanto, y la miro con confusión, despues volvio la mirada a las estrellas, cansado de mentiras, nadie nunca le respondía a nada, y eso no era justo, todo el mundo sabía la verdad menos el. −Mama tampoco quiere contarme nada, ¿Cual es la verdad?

−North, deja de insistir− Davika respondió, quitando suavemente el pelo del chico de su cara y acomodandolo. North fue a protestar, pero su tía cambio de tema rápidamente y le hizo entrar en la casa, en un intento en vano de que se olvidara de la pregunta.

−Vayamos a cenar− Dijo Davika y le hizo entrar, rápidamente reconoció a su madre y padre discutiendo en una esquina, aunque la mayor le hizo ir a la cocina antes de que pudiera escuchar algo Se sentó en una esquina, no tenía absolutamente nada de hambre, solo curiosidad, aunque antes de que pudiera hablar fue cortado por la mayor en la sala.

−Solo hay una forma en la que puedes descubrir lo que quieres descubrir− Davika confiesa de golpe, haciendo que North le de toda su atención −Deberás ir a la ciudad−

−Pero madre nunca me deja ir a la ciudad− El chico responde.

−No importa, tu solo hazme caso, escapate cuando puedas.

North asiente, y la mira seriamente.

−¿Allí responderán mis preguntas?

−Si− Davika pone su mano en el hombro del menor −Pero tus padres no deben saber que te fuiste. ¿Entendido?

El menor asintió de nuevo, y comenzó a comer. Aun con tantas preguntas sin respuesta. Esperaba encontrar lo que quería rápidamente si podía... Escapar a la ciudad, preguntar, encontrar respuestas y volver, suena más fácil dicho que hecho, pero ¿Le quedaba otra?.. Era eso o obedecer a sus padres y quedarse, sin saber un secreto en el que todos estaban trabajando unidos para que no llegara a sus oídos...

Y con ese pensamiento, siguió comiendo.

THE END OF OUR GENERATIONWhere stories live. Discover now