Quinto capítulo.

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Se quedó sin energía y rendida, se dejó caer al suelo. Ahora sí, todo se había acabado. Los grilletes azotaron contra el piso y produjeron un sonido metálico.

Una nueva risa se unió a su humillación. Se trataba de otra persona conocida. No necesitó levantar la vista para reconocer a Abdul Marshall.

―Tranquilo Goro, mejor que lleven a la pequeña a su cuarto. Debe estar en buenas condiciones para recibir al bebe ―comentó minutos después Abdul.

―Si claro ―dijo el jefe―, pero antes. Mira esto Giselle, tu papá creó un robot sin las tres leyes para protegerte. Ridículo, ¿Acaso te encariñaste con él?

Giselle levantó la cara y lo miró con odio. Después, miró Luxor que seguía sin incorporarse a la situación.

―Luxor, ayúdame ―suplicó esperanzada, el androide no se movió y él único que respondió ante los ruegos de Giselle fue el jefe con más burla.

―Oh niña, es solo un robot. No debes confiar en ellos, no saben de lealtad. Una simple reprogramación de un buen hacker puede hacerle cambiar sus prioridades ―el jefe señaló a Abdul, quien sonrió hipócrita, orgulloso de dicho "hacker"―, y para vengarte de ése traidor... ―le hizo una seña a uno de los guardias― mátenlo, ya no lo necesito.

Giselle se movió bruscamente negando con la cabeza, quiso zafarse de sus grilletes pero no pudo. No le importaba lo que aquél hombre dijera, no quería que Luxor muriera a pesar de haberla traicionado.

Uno de los guardias se colocó frente a Luxor y apuntó su arma contra la cabeza del androide, quién no se movió ni hizo nada para defenderse.

Se escuchó un disparo. De pronto el hombre frente a Luxor quedó desintegrado en el viento tras un olor a quemado y su arma calló al piso.

El jefe de la organización lanzó un bramido y arremetió contra Giselle. La golpeó con furia, ella sobre el suelo cubría su rostro con las manos juntas por los grilletes.

No tenía idea de cómo había logrado hacer uso de sus habilidades para salvar a Luxor pero por más que lo intentaba no podía repetirlo. El dolor la inundó durante aquella pequeña eternidad.

De repente, el hombre que la atacaba fue desprendido por los aires, calló sobre una mesa que no cedió ante la fuerza del impacto y se deslizó hasta el piso en un baño de sangre, muerto.

Giselle se incorporó, los demás guardias sostenían a Luxor mientras él luchaba por zafarse tras haber matado a aquel hombre. Una ola de confusión la inundó y no pudo evitar que dos guardias la volvieran a agarrar por estar esposada de pies y manos.

Un momento después, Abdul la tomó del brazo y dos los hombres se unieron a los que peleaban contra el androide.

―Tu, vienes conmigo ―murmuró enojado. Ella se resistió lo mejor que pudo pero él la arrastraba con violencia.

Después jalonearla por los pasillos, llegaron a un cuanto aislado construido de duro cristal azul y la arrojó adentro.

―Aquí te quedarás encerrada hasta que des a luz ―sentenció el científico con voz triunfante.

Giselle había dado paso a la furia y se arrojó contra Abdul. Él se estrelló contra la pared produciendo un sonido hueco y deslizándose hasta quedar en la superficie.

Giselle aprovechó esta ventaja para subirse sobre él y golpearlo consecutivamente con lo tenía al alcance; los grilletes.

Sin embargo, la dicha no le duró mucho, ella era solo una jovencita de quince años esposada y no bastaba para mantener sometido a un hombre adulto. Pronto los papeles se invirtieron y la osada Giselle quedó plasmada en el suelo mientras recibía la peor golpiza de su vida.

Te protegeréDonde viven las historias. Descúbrelo ahora