Capítulo 4

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Ya habían pasado varias horas. La noche no tardó en llegar. Todos en la ciudad se encontraban durmiendo en sus casas, con el silencio dominando las calles. Un silencio que no iba a durar por mucho.

El Rayo-móvil se estacionó frente a la entrada del parque, la cual estaba cubierta por cintas de policía. Claramente, la gente no tenía permitido entrar ahí luego de las tantas desapariciones. Muchos decían que unos monstruos estaban ahí. Pero, para los Gemelos Veloces, eso no los detendría.

Carly: -*Se baja del vehículo*- Hermano, tú quédate aquí esperando. Yo iré a buscar las partes metálicas para nuestro Rayo-móvil.

Cartoka: Pero hermana, yo soy el que busca las partes para nuestro Rayo-móvil. Tú eres la que maneja.

Carly: Esta noche habrá un cambio. Los insectos en pijamas tienen un nuevo equipo de héroes y no pienso arriesgarme. Así que tú espera en el auto, no me tardo. -*Dijo antes de romper las cintas policiales y entra al parque*

Cartoka simplemente se encogió de hombros, y se acostó en su asiento. De todas maneras, necesitaba un descanso de recoger tantas piezas metálicas. Cerró los ojos por un momento, soltando un suspiro. Pero los volvió a abrir. Oyó algo muy cerca de él. Pasos.

Cartoka: ¿Q-Quién es...? ¿Quién está ahí? -*Dijo algo asustado*

No obtuvo respuesta. Ni un alma visible a la distancia. Todo estaba dominado por el silencio. Tragó saliva. Algo le daba un mal presentimiento. Lentamente, abrió la compuerta del Rayo-móvil y salió para buscar alguna persona que estuviera allí.

Sus pasos eran lo único que escuchaba en toda la calle. Aquél silencio le era bastante incómodo. Miraba por todos lados, pero no había nada ni nadie alrededor. Parecía como el escenario de una película de terror. Cartoka no sabía cómo reaccionar. Simplemente corrió hacia su Rayo-móvil y se metió en este, para luego volver a cerrar la compuerta.

Cartoka: Por favor, hermana. Regresa rápido, ya me estoy asustando de estar aquí solo.

Pero, al instante, sintió como alguien ataba algo su cuello desde el asiento de atrás y empezaba a apretarlo. Cartoka se sobresaltó. Sentía como su tráquea era aplastada poco a poco. Su mirada se volvía borrosa. La vida se le iba de su cuerpo. Lo único que pudo ver, fue el reflejo de la compuerta del vehículo. Ahí lo vio. Una figura amarilla, que parecía tener solo un ojo.

Finalmente, Cartoka cayó rendido en el asiento. Sus ojos quedaron abiertos, vacíos y sin señales de vida, con una expresión de horror. Estaba muerto.

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Carly: Rayos... Parece que me perdí.

Mencionó. Había avanzado a una parte más alejada del parque. Todo el entorno era oscuridad, acompañado por el sonido del viento, el canto de los grillos y las hojas moviéndose.

Se sentía algo asustada. Ya se estaba arrepitiendo de entrar sola a aquél lugar a altas horas de la noche. Quería regresar y alejarse de ese lugar. Pero, mientras seguía avanzando, oyó algo. Pasos.

Carly: ¿He-Hermano...? -*Dijo asustada*

Se detuvo. No hubo respuesta. Los pasos parecían acercarse, justo detrás de ella. Tragó saliva, y volteó lentamente, con el corazón latiendo a mil por hora. Fue ahí cuando lo vio.

Una criatura amarilla con un overol azul y una camisa roja parada en medio de los árboles, mirándola fijamente. Desde la oscuridad, sus ojos brillaban con un color rojo. Un rojo muy brillante, rojo sangre. Carly sintió la sangre abandonando su rostro.

Carly: ¿Qu-Quién... eres?

La criatura no contestó. Solo se limitaba a observarla. Hasta que... Corrió. En dirección a ella. Carly sintió que sus piernas parecían responderle, por lo que salió corriendo a toda velocidad.

Aquél ser amarillo la seguía. No tardaba en alcanzarla poco a poco. Carly miraba hacia atrás de vez en cuando, viendo como aquella criatura se acercaba a ella cada vez más y no con buenas intenciones. A lo lejos observó algo. Una fábrica. Era su oportunidad, debía escapar. Rápidamente corrió a aquel edificio y entró arrastrándose por la puerta del garaje.

El interior lucía antiguo y sucio. Claramente, nadie había estado ahí en mucho tiempo. Muchos objetos de construcción y una grúa se encontraban ahí. Carly escuchaba los pasos de ese monstruo acercándose, no tardaría en llegar. Corrió y se escondió detrás de la grúa, a la vez que escuchaba la puerta del garaje abriéndose.

Pasos comenzaron a sonar en el lugar. Esa cosa ya estaba ahí. Carly se asomó lentamente desde detrás de la grúa. Logró ver a ese ser, buscándola con la mirada. Lo vio dar la vuelta e irse caminando. Suspiró algo aliviada. Creía que ya estaba a salvo. Salió poco a poco de su escondite.

Mientras miraba alrededor, vio algo de reojo. No le dio tiempo a reaccionar cuando alguien se abalanzó sobre ella, tomandola de su traje de carreras.

Carly: ¡¡¡NO!!! ¡¡¡SUELTAME, ENFERMO!!! ¡¡¡DÉJAME, POR FAVOR!!! ¡¡¡AYUDA, POR FAVOR!!! ¡¡¡ALGUIEN!!!

Sus gritos parecían satisfacer a aquél monstruo amarillo, puesto que este sonreía como un loco. Le quitó su casco de carreras y la arrojó a un lado. Luego la tomó de la nuca y la acercó a una trituradora de madera, la cual encendió.

Cary: ¡¡No, por favor!! ¡¡¡No me lastimes!! ¡¡No!!

La criatura tomó a Carly del cabello y estrechó su cabeza contra el borde de la máquina. Repitió esto varias veces. La sangre no tardó en salir, manchando las manos del ser. Carly ya estaba aturdida por los golpes. Sangre salía de su frente. La criatura nuevamente la tomó de la nuca y la metió a la trituradora.

Los sonidos de huesos quebrándose junto con la carne cortándose no tardaron en sonar. La máquina comenzó a largar un charco de sangre que manchaba el suelo. Las piernas de Carly se movían, hasta que cayeron rendidas. Ya todo su cuerpo fue mutilado.

Kevin se limitó a sonreír, con el rostro todo manchado de sangre. Llevó un dedo a su boca y probó la sangre. La saboreó. Otra víctima más en la lista.

Continuará...

PJ Masks - La venganza de los minionsWhere stories live. Discover now