El hombre sin rostro

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Había una vez un hombre sin rostro.
La primera vez que lo conocí, me reí. ¿Te imaginas lo irónico que fue ver la cara de alguien que poseía miles?
Como te dije anteriormente yo lo soy todo, y tal vez se te ocurra pensar que -al tener mil caras- también él podía serlo todo. Una gran equivocación. Sentados en la barra de un bar, él con su cerveza y yo con un simple vaso de agua, nos pusimos a charlar. Me enseñó su amplia gama de máscaras así como las historias que acompañaron a cada una de ellas, cada una creada con la más grande de las delicadezas y perfeccionismo: tan finas como porcelana, pero resistentes cual acero.
Era un hombre interesante. Podríamos haber congeniado mejor si no fuera porque al presentarse frente a mí una de sus máscaras velaba su verdadero rostro. Carismática, divertida, brillante y agradable. Una sonrisa de oreja a oreja con unos dientes tan blancos como marfil; dos esmeraldas clavadas en mí durante toda la velada, agudos y con un brillo travieso; un pelo indomable de color cobrizo que no se había molestado en arreglar. Saqué mi pequeña libreta de cuero, algo desgastada por el viaje, y mi pluma estilográfica. La había conseguido a buen precio en un mercadillo de una de las ciudades del norte, le vendedora fue realmente amable. Se podría decir que en ese momento fue la misma pluma la que me escogió a mi, una vez en mis manos escrito en cursiva apareció el nombre "el Coleccionista". Me apoyé en la barra, relajado, devolviéndole la sonrisa al hombre.

—Mis historias son capaces de transportar al lector debajo de la piel de las personas que han decidido regalarme un pedazo de su historia. —expliqué jugando con la pluma entre mis dedos—Sin embargo, dejando de lado lo fantástico que estos puedan llegar a ser, el primer principio que tengo como escritor es que todos mis relatos sea verídicos. Por lo tanto, mi buen amigo ¿Cómo comienza tu historia?

El hombre sonrió. Dio un largo sorbo a su cerveza y escuchó como las últimas notas del saxofón se perdían entre los cuchicheos de la muchedumbre.

"Tengo miles de máscaras"


Había un viejo cuento que aseguraba que los humanos tenemos tres máscaras: una para las personas de nuestro alrededor, otra para nuestra familia y amigos, y la última que revelaba rasgos de nuestro verdadero ser, pero que a su vez, nunca llegaba a ser. Me sorprendió aprender que a partir de esas tres, podías desarrollar muchas más dependiendo del entorno en el que te encontraras. 
La primera vez que N. Walker utilizó la suya fue cuando murió su madre. 
No tendría más de diez años, pero sí sabía lo que significaba la palabra muerte. Su padre y él se esforzaron por aparentar normalidad, por ignorar el hecho de que la vida les había quitado un fragmento de sus corazones. En ese momento estuvo devastado. Sonriendo delante de su padre, un obrero que no llegaba al sueldo mínimo de aquella época en la que el país se encontraba sumido en una profunda en crisis, y llorando por las noches, cubierto por una densa capa de mantas que amortiguaran los desolados llantos de dolor de un niño que vivía soñando el regreso imposible de su madre.
Fueron tiempos duros que su padre y él tardaron mucho en olvidar. Walker no era un niño muy estudioso, le costaba leer y su caligrafía era espantosa. No tenía un aspecto agraciado: una nariz pequeña y puntiaguda, unos ojos intensos y pícaros, del color verde de las mentiras, y le faltaba un colmillo. Todos lo ignoraban y se burlaban de él. Todos... menos Thomas. Thomas era muy similar a Walker: malas notas, no muy agraciado... pero a diferencia de él siempre estaba rodeado de niños. Por ello se sorprendió cuando una tarde de invierno, después de que acabaran las clases, mientras estaba sentado en uno de los bancos del patio esperando a que su padre viniera a recogerlo, se acercara a él.

—Tienes que esforzarte más, si quieres encajar. —le dijo con una sonrisa en forma de media luna, hoyuelos en ambas mejillas— A nadie le gusta quienes somos en realidad, solo diles lo que quieren escuchar y actúa como un perro.

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⏰ Last updated: May 04 ⏰

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Relatos Perdidos del Coleccionista de HistoriasWhere stories live. Discover now