Algo se avecinaba por la carretera y podía ser mortal. Lo sabía.

Mierda, Bastian lo mataría.

– ¿Qué sucede, bonita? – Ax inquirió ocurrente – ¿Ya te regañaron?

Incrusté mis dientes en la piel interna de mis labios cuando sus ojos me observaron con aspereza, y sentía que el calor acompañaba al oxígeno que aspiraba hasta hacer trepidar mi cuerpo. No podía odiarlo por planear su estrategia, pero me odiaba a mí misma por haber aceptado su invitación para traerme a la fiesta.

Lo que menos pretendía era causar un evento caótico, y ahora lo había producido a ciegas, siendo incapaz de predecir las situaciones futuras, pero intuyendo que nada podía terminar bien esta vez. Ax estaba más que preparado con lo que sea que escondiera bajo su galera imaginaria, y sin volver a releer el mensaje de Bastian, sabía que él vendría a reclamar su trono.

No obstante, pese al inconveniente, el nerviosismo por hallarme fuera de mi zona de confort y reconocer que era un error estar aquí, algo en mi interior me explicaba que no quería marcharse. Después de todo, estaba aquí por un objetivo y era grabar.

Además, luego de que Ax dijera que ocurrirían cosas, la curiosidad se había incrementado en mi interior.

– Estás demente – escupió Alice a mi lado.

– ¿Demente? – indagó –No, nena. Yo solo quiero conseguir lo que me pertenece.

– Trayéndola aquí – me señaló con ira.

– Le estoy haciendo un favor. Ella quería grabar más contenido para su tesis fetichista, ¿o me equivoco? – Me observó con una sonrisa jocosa – ¿Y qué mejor que eso que grabar todo lo que pasará ahora?

– Grandísimo hijo de puta – insultó Alice.

Percibía la irritación circulando por sus cuerdas vocales, sin siquiera distinguir miedo en su hablar por solo enfrentarse a quien parecía arruinarle su existencia.

Luego de tomar su bikini, aferró su mano alrededor de mis dedos libres entumecidos y jalando de mi brazo, me arrastró por el jardín, sorteando a sus invitados semidesnudos e intentando ingresar a su hogar para que mi mente pudiera escapar de la pequeña burbuja turbia donde Ax me había instalado.

Sin embargo, una risa caustica resonó tras mi dorso.

– Dime lo mismo cuando tengamos que coger en la fiesta de la exposición de Hollywood – emitió con arrogancia.

La escuché bramar palabras incoherentes, y con los últimos rayos del sol reflejándose en los grandes ventanales corredizos e impactando en mi visión nublada, atravesamos el umbral. Cruzamos la sala, y cuando el aroma a frutos rojos fusionado con alcohol que se escurría de su nevera se introdujo en mi nariz, al igual que las frutas tropicales que descansaban sobre la mesa de madera ubicada su impecable e inmensa cocina, mi apetito nulo se activó.

Había pocas personas desconocidas rondando en su interior: algunas tomaban cervezas heladas y otras escapaban del interior de su baño privado, dejando en claro que la diversión asegurada se hallaba de las puertas corredizas para afuera.

Sin embargo, Alice solo se centraba en el pequeño aparato tecnológico que descansaba arriba de la gran isla de la cocina.

– ¿Se cree que él estará en la exposición? Que estúpido es – vociferó.

No sabía a qué exposición se estaba refiriendo, sin embargo, me resultaba un mal momento para preguntar. Realmente ansiaba hacerle muchas preguntas y deshacerme de las incógnitas que solían atormentar mi escaso proyecto final, pero la situación no estaba a mi favor.

Detrás De Cámaras ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora