Sin embargo, ella se cruzó de brazos. Emitiendo una pequeña sonrisa áspera.

-¿Acaso te importa, rubito?

Acabó pronunciando ella, a la vez que me acercaba y me situaba delante de ella. Su ojo estaba demasiado hinchado, casi no podía ni abrirlo, y claramente se trataba de un golpe, de un golpe lo bastante fuerte y contundente.

-Dime quién te lo ha hecho, Zawna.

Era una orden silenciosa. Y esperaba que me lo contase si no quería dificultar las cosas. Ella simplemente suspiró, aquel golpe tuvo que haberle dolido mucho.

- La Bruja Roja -nombró ella con desgana.

-¿Porqué? -no sabía porqué me estaba interesando pero me molestaba y me irritada que le hubiesen golpeado.

-¿Tú porqué crees, Neith? -profirió ella con una sonrisa triste. No ni peligrosa ni maliciosa, sino cargada de dolor.

Rememoré en mis recuerdos, en aquel instante en que tuvimos una conversación después de habernos acostado. No mencionó nada sobre qué estaba prohibido acostarnos aunque... Mierda. Había sido por mi culpa, me creía inteligente y astuto pero era un malnacido. Lo único que quería la Bruja Roja, de aquel encuentro era información sobre Xylia, que yo meramente le otorgué a Zawna.

Apreté mis manos en un puño con fuerza.

-Por la información -murmuré lo más bajo que pude.

Ella simplemente asintió. Me tapé la cara con las manos, hastiado y sin saber qué hacer. Suspiré irritado, ¿porqué me sentía tan culpable? ¿Aún seguía habiendo un poco de moralidad humana en mi interior?

-¿Te ha hecho algo más? -conseguí decir sin levantar la voz.

Ella negó pero dudosa. Por supuesto que le había hecho algo más y me lo estaba escondiendo aunque no era nadie para reclamarle explicaciones.

-Esto es nuestro día a día, los humanos sois débiles y para ser un castigo, esto no es nada comparado con los otros miles de castigos que suele dar. Ha habido de peores, rubito.

La observaba con cautela. No pudiéndome fijar en otra cosa, que en ese ojo. Un golpe recibido por mi culpa.

-Ese golpe sabes bien que no debía ser para tí, sino para mi. -dije frío, sin ningún tipo de sentimiento.

-Yo hice el trato con ella, no tu. Yo debía de haberle llevado lo que prometí y no lo hice, ha sido mi culpa y no me avergüenza mostrarlo.

Esas brujas tenía otro sistema de jerarquía y estaba seguro de que mostrar un apéndice de alguna herida, era un forma de mostrar su poder. Al igual que si recibían un golpe de la Bruja Roja, era una muestra de haber fallado. Una humillación para las que fueran castigadas. Nunca podría entenderlo pero era su mundo, no el mío. Eran salvajes y brutales, seres creados para hacer el mal. Nunca podría compararme con ellos.

-Aún así no he venido para darte pena, la Bruja Roja reclama tu presencia. -anunció ella más fría que un témpano de hielo.

-¿Y qué debo presentarme después de golpearte por mi culpa? Que venga ella aquí si quiere algo.

Estaba enfadado, y la única que no tenía la culpa de esto, era Zawna. Sin embargo, cuando me tomó de la mejilla para que la mirara directamente a los ojos. Vi la oscuridad que se escondía tras esos ojos rojos, llenos de sangre.

-No hagas ninguna estupidez que puede que después te arrepientas, rubito.

Chasqueé la lengua, asqueado por aquella situación.

La Leyenda ÁureaWhere stories live. Discover now