Draco Malfoy fue llamado de muchas formas en su vida...
Fue el Príncipe de Slytherin...
Fue el Rey de Ambos Mundos...
Fue el Emperador Dragón...
Al final de su vida fue El Dios Oscuro...
Draco Malfoy perdió mucho al perder a quien llamo su amor del...
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En su juventud antes de volverse el más grande y poderoso mago Oscuro, había muchos que lo llamaron cobarde, muchos que lo despreciaron por venir de una cuna de oro, porque solo aquellos que nacen en la desgracia y la miseria tienen derecho a sufrir o a considerarse maldecidos por la mala suerte.
Para todos ellos lo aceptable era que los desgraciados, los mendigos y mal afortunados consumieran el monopolio del dolor.
Lo llamaron de muchas maneras humillantes, unas más que otras, “hijo de perra” “bastardo” “pedazo de mierda” Pero había una persona, una sola que era brillante en los insultos, una versada en hacerlo sentir realmente miserable de su suerte… su “madre” ella era su propia marca de tortura personal.
Ella que en sus momentos más oscuros, lascivos y delirantes lo llamaba “Concebido en el vientre de la peor perra” por supuesto este no era el mayor, pero si el que más perturbaba la mente de Draco.
Claro que el dolor por las palabras no te daña, no te sangra el cuerpo, no te rompe huesos, no te deja marcas visibles.
El cuerpo de Draco era un templo perfecto, la fachada inmaculada de lo que un heredero de la cuna más noble debe ser.
Pero las heridas en el corazón estaban podridas, infectadas, supurando pus y gusanos putrefactos que comían lentamente, que crecían corrompiendo, las heridas que no estaban sangrando, contaminando el hueso que no estaba roto, tatuando en piel, carne, músculo y tendones los golpes que no eran visibles.
Aunque no todo era malo, él no era tan imbécil para no valorar las buenas cosas de su linaje. Por ejemplo las personas dispuestas a arrastrarse, gente disponible para ser usadas por él, para saciarse, esa era sin duda una ventaja, porque los gusanos repugnantes se retorcían menos cuando había un cuerpo cálido y dispuesto a abrir las piernas y hacer que olvidará brevemente la infección. A veces eso era suficiente para poder vivir, para poder llevar aire menos fétido a sus pulmones enfermos pero rebosantes de salud.
Neciamente, pensó que solo al sentarse en el trono del Mundo Mágico la enfermedad que lo consumía se curaría. Qué volvería a respirar como cuando era un niño y no sabía de llagas, no sabía de infección o de dolor que no llaman dolor.
Porque al tenerlo todo, no podía conocer el dolor, fue cuando decidió que sí, eso era verdad, él lo alcanzaría todo, él los postraría a todos y los haría reverenciar su voz, sus órdenes, su figura…
Su voz infundía terror y miedo incluso en el corazón más joven y tierno, su presencia puso de rodillas a aquellos que se le opusieron.
Draco cerró los ojos, estaba sentado en el castillo que una vez fue la más grande e importante escuela de magia y hechicería. Era el mago Oscuro más grande, más poderoso, había alcanzado la cúspide y ya no había nada más allá de él.
