Tabula rasa

XIV

No era una cita. Solo era una situación conveniente. Bakugou tenía dos entradas ganadas por obra del destino y Todoroki se había inmiscuido en su vida justo a tiempo para poder ir al concierto. Bakugou nunca lo habría invitado si él no lo interrumpía. No tenía pensado invitarlo, Todoroki solo se estaba infiltrando. Así que no podía contar.

Miró la hora. 15:30. Y él ya estaba listo. Se cubrió la cara con una almohada y se dejó caer. Tal vez debería cambiarse de ropa, no quería transpirarla antes de tiempo. ¿Qué haría si olía mal? ¿Debería pedirle consejo a las chicas del curso? ¿Por qué le importaba tanto? Era una salida de amigos, aunque Bakugou siempre decía que no eran amigos.

Suspiró, ocupó el tiempo probando muchísima ropa y al final regresó al mismo conjunto del principio. No era una cita, pero estaba nervioso. Se golpeó la cabeza contra el armario, creía que nunca iba a poder entender a Bakugou Katsuki. Lo intentaba, pero le resultaba enigmático y eso lo irritaba tanto como le interesaba. Tenía ojos curiosos con el poder de la atracción en ellos, lo había sospechado desde el principio y pudo confirmarlo cuando lo vio de frente esa tarde en el sillón del ala común.

Había visto a Momo a los ojos también, pero los ojos profundos de la chica no tenían ese poder magnético. Se preguntaba si era normal, quedarse pensando en esas cosas y comparar sus experiencias. Solo quería entenderse y no sabía por dónde empezar.

A las 16:40 salió de su habitación con las piernas pesadas, estaba armando en su cabeza posibles conversaciones para que no se formaran silencios incómodos como sucedió en la primera parte de su salida con Momo. Si Bakugou le decía que era un ansioso por estar esperando por 20 minutos en la puerta, él diría algo sobre lo emocionante que le parecía la experiencia de un concierto y más al tratarse de una banda que le gustaba mucho. Si Bakugou le decía que se veía mal o que olía mal, le contestaría un chiste y le insinuaría que él también, para quedar igual de avergonzados. Si le decía que se veía bien o que olía bien... sintió un latido muy fuerte en su pecho y frenó en seco, al pie de la escalera. ¡No podía darle un infarto ahora que iba a ver a KANA-BOON en concierto! Intentó tranquilizarse, sus latidos se normalizaron y su respiración se tornó pasiva otra vez, sus músculos se relajaron, solo fue una falsa alarma. Si Bakugou le decía que al final iba a asistir al concierto con otra persona... frunció el entrecejo mientras se acercaba a la cocina en busca de un vaso con agua; definitivamente le congelaría el trasero.

Dio unos cuantos tragos y se preguntó si estaría bien utilizar el dinero que le había dado Aizawa-sensei para pagar cualquier gasto durante la cita... (la salida de amigos, se corrigió sacudiendo la cabeza). Cuando salió con Momo había usado un poco de dinero que encontró suelto en un cajón de su habitación. Utilizar el dinero que su profesor le había dado, aunque haya dicho que provenía de sus familiares, no le daba buena espina. Sintió una punzada en la cabeza, le sucedía así cada vez que pensaba en su familia, todavía no sabía nada sobre ellos. Suspiró pesado y decidió que se quedaría en la puerta hasta que Bakugou fuera por él.

Causó estupor a sus sentidos la imagen frente a él: vestido de forma sencilla, pantalones negros rasgados, camiseta blanca, riñonera cruzando su torso, Katsuki había apoyado su lado derecho contra el umbral de la puerta y miraba atentamente su teléfono móvil deslizando la pantalla hacia arriba una y otra vez. Tragó con dificultad. Todavía faltaban 15 minutos, se veía como si hubiera estado allí parado hacía mucho tiempo.

El peso de sus piernas había desaparecido y ahora temblaban sin descanso, temió caerse en lo que acortaba la distancia. Tal vez sí estaba por enfermarse, del corazón que le latía de formas anormales, o de los pulmones que no estaban recibiendo el oxígeno necesario, o de los músculos que no le respondían bien, o del cerebro porque no pudo formar ni una frase. Solo se paró allí, completamente aturdido.