Prólogo

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26 de julio del 2023San José de Mayo, Uruguay

Corría el año dos mil veinte, ese año en el que millones de planes se truncaron, los abrazos se pausaron y lavida, tal y como la conocíamos, se puso en modo espera.Sin embargo, tal vez para hacerle frente a las endurecidas manecillas del reloj, había partes de nosotros que,en vez de frenar, ansiaban movimiento. El amor fue una,claro está, las ganas, otra.Era fines de octubre cuando un autor que estaba dejando una gran huella en el corazón de muchos de suslectores me pidió que fuera la prologuista de su libro.El honor me invadió; prologar el primer libro de Kelbinparecía surreal.Mi abuela siempre fue de saber y recordar todo, detalle a detalle, memoria de elefante le decían; y siempreme pregunté si realmente los elefantes recuerdan así, encantidades inconmensurables y con tanto amor. 

En cada videollamada la ponía al día sobre mis proyectos, ella meescuchaba con su infinita paz.El lunes dieciséis de noviembre en la mañana, en unallamada telefónica con mi abuela, me preguntó: «¿Cómova el prólogo del autor de Honduras?». Así de muchosabía y recordaba. Lo que yo no sabía es que aquella seríanuestra última conversación, porque esa misma noche seiría a encontrarse con la vida eterna.Es por eso que siento un vínculo indeleble y lleno deluz cuando pienso en Valentía. En un momento de extrema tristeza y vulnerabilidad, los poemas de Kelbinme acompañaron; y no solo eso, sino que me hicieronencontrar mi valentía para transitar uno de los doloresmás grandes de mi vida.

Aquí voy de nuevo...

Así empieza este nuevo libro, una suerte de promesaque se versifica y, como no puede ser de otra manera, nosvuelve a abrazar.Es asombrosa la manera en que cada palabra se metepor debajo de la piel y llega al corazón, y lo entibia. Porque hay veces en que no tenemos idea de lo fuertes quesomos hasta que llega ese instante en que todo se desmorona.Leer las ganas, el amor y la vitalidad de Kelbin es eseempujón que muchas veces necesitamos para encontrarnos con nuestras propias ganas, y amor y vitalidad.Necesito perdonar y perdonarme se vuelve mantra yes que llega un punto de la vida en que viajar ligeros de alma y solo con los buenos recuerdos a cuestas es lo queelegimos.

Hay que ser valiente para desterrar lo que no suma, loque oscurece, lo que duele, lo que envenena.Gracias, Kelbin, por ser valiente y abrazarnos con esavalentía.

Juliana Del Pópolo


Valentía IIWhere stories live. Discover now