Capítulo 20.

Depuis le début
                                    

__ Bellísima Arleth. - me saluda el organizador del evento. - Debes posar con las demás candidatas. La foto grupal no debe faltar.

__ Estoy contigo en un momento. - aviso y se retira dejándome sola con el tipo a quien quiero golpear o... No sé de dónde salen mis ánimos para besarlo, pero lo hago.

Junto mis labios con los suyos, colgada de su cuello, llenando de más atención nuestras acciones.

__ Para disimular que prácticamente me tienes obligada. - le digo cuando nos separamos, pero él vuelve a sostener mi cabeza desde el cabello devolviéndome a su boca, en un beso nada discreto, mostrando el hambre animal que se carga.

El morbo es tal que prefiero solo seguirle el juego, simulando que no me acaban de dejar sin aire.

Camino lejos suyo, soltando su mano, encontrando a las demás candidatas que se mueven al mismo paso. No miro a nadie con malos gestos, pero puedo sentir que ellas sí.

Recorro el pasillo en donde nos hacen formar una fila que esperará a ser llamada.

__ Podrías enseñarnos a ser como tú. - no volteo cuando Lisa me habla. Recuerdo no haberla visto cuando me puse en la fila, pero al parecer tengo más fanáticas de las que creía. - Todas queremos ser tan inteligentes como tú para atrapar a un hombre, ponerle el cuerno con mi patrocinador y que no se enoje.

__ Talentos que me gasto. - me jacto, guiño un ojo y no me esfuerzo en tratar de explicar algo que sabe a la perfección, pero que quiere usar para ofenderme.

__ ¿Lo aceptas? - susurra.

__ ¿Lo harías tú? - contesto del mismo modo. - Perdón, Lisa. Pero no cuentas con la confianza para que te diga mis grandiosas técnicas de cortejo medieval contigo.

Su sonrisa se esfuma al verme a la defensiva. No esperó que no fuera para nada alguien que se dejara tomar el pelo, sacar sus temores o que corriera.

Mi madre es una mujer que admiro y de ella aprendí que huir de mis problemas no es darles una solución. Con lo que dije ante las cámaras formé uno, pero no pienso darle el gusto a nadie de gritar que me vieron mortificada porque no tienen ese derecho.

Llaman una a una, pasando con grandes sonrisas, ondeando las manos y avivando el público, por lo que cuando mi nombre es dicho comienzo a caminar por el lugar, solo sonriendo ya que eso basta para que todos se peleen por una buena toma.

Engrandecer el ego de alguien que ya lo dejó crecer lo suficiente nunca es bueno porque sobre pasa lo conocido y la emoción se siente igual. Aunque siempre quiere más.

Tal vez sea temporal tanta emoción de parte de lo medios que queda más que demostrada cuando soy la única por quien se esfuerzan en capturar el momentos, pero sí tengo claro que mi nombre lo formé yo.

La corona que tengo es grande y no tiene nada que ver con ningún apellido que no sea el mío.

Poso como es debido entre todas, sintiendo como tratan de empujar disimuladamente, pero soy buena con el equilibrio y no me cuesta nada quedarme en mi lugar, dedicando una sonrisa que siento alguien quiere solo para él.

Gavrel sostiene un vaso de licor en las manos, mirando en mi dirección con un siniestro encanto que me da para dejar la concentración a un lado y caer en lo estúpidamente enamorada que estoy de ese imbécil.

Lo que hizo me da para odiarlo, pero no puedo al verlo como se deleita y marca su territorio como si ya tuviera mucho conteniendose, me deja con la mirada perdida en él. Quiero besarlo, reclamar o decirle que no pienso perdonar que comience un juego sin siquiera tomar en cuenta cuanto nos afectará.

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