- ¿Qué haces aquí? -pregunté cuando me dejó en el suelo de nuevo.
- Bueno, mamá y papá no podían venir, así que vine solo.
- ¿En serio? ¿Cuántos días te quedas?
- Solo tres, el 1 tengo que volver por la tarde porque trabajo el 2.
- No importa -sonreí- suficientes.

Miré a Pedri que nos observaba sonriendo desde un lado.

- No me dijiste nada.
- Era una sorpresa -me guiñó un ojo.
- ¡Me encanta! -volví a abrazar a mi hermano con fuerza.
- Bueno, ¿comemos y ya después vemos que hacemos? Llevo sin comer desde las 8 de la mañana -rio Adri.
- ¡Sí!
- ¿Y Fer? Aún no lo he visto -preguntó mientras yo me acercaba a sacar los ingredientes de la nevera y ellos se sentaban en los taburetes.
- Por ahí -Pedri movió la mano sin darle importancia- lleva casi 2 meses quedando con una chica y no nos quiere decir nada.
- ¿Cómo?
- Eso -reí.
- Joder con Fer -rio- ¿y vosotros qué?

¿Nosotros? Casi me pillo el dedo con la puerta de la nevera al cerrarla con fuerza por la sorpresa de esa pregunta.

- Bien -respondió Pedri- como siempre.
- ¿Con Bárbara?

Menos mal que no me veían porque estaba de espaldas, o mi hermano notaría mi cara de asco. Tampoco importaba, siempre la ponía cuando hablaban de ella, pero no había pensado que ahora que él estaba aquí iba a ser mucho más complicado esconder lo que tenía con Pedri, fuese lo que fuese. No había persona en el mundo que conociese mis expresiones más que mi hermano, ni siquiera mi madre, él podía leerme la mente si quería solo con que pestañease.

- Bien, como siempre.
- Ya veo -rio Adri- ¿y tú ardillita? Lo último que me contaste es que estabas saliendo con Fermín.

Me giré hacia ellos, poniendo la tabla sobre la mesa para cortar las verduras. También le había dicho esa pequeña mentira a mi hermano, se me daba fatal mentir y si tenía que hacerlo al menos hacerlo bien. No podía salir con alguien y que mi hermano no lo supiese.

- Ah, sí -respondí- pues eso.
- ¿Pues eso? Mi hermana pequeña tiene novio, cuéntame más detalles -rio- por llamada siempre te escaqueabas.
- Bien -sonreí- estamos bien.
- ¿Te trata bien?

Notaba la mirada de Pedri sobre mi, fija y analizando cada una de mis respuestas. Sabiendo que eran mentira, no del todo al menos.

- Sí, siempre. Es muy bueno.
- Eso espero, porque si te hace algo, aquí nos tienes para matarlo -sonrió pasando su brazo por los hombros de Pedri, que simplemente asintió.

Ay. Si Adri se enteraba de todo, mataría a Pedri, después a mi por idiota. Tragué hondo y bajé la mirada a mis manos para no rebanarme un dedo.

- No hará falta -dije.
- ¿Y tú que? -Pedri cambió la conversación hacia Adri, menos mal- si no es por tu hermana casi no me entero de lo que haces.
- Pf, pues liado -dijo- el trabajo y todo.
- ¿Y todavía no hay ninguna chica? -sonreí levantando la mirada.
- Ardillita, sabes que solo te quiero a ti.
- Venga -reí- algo tiene que haber, últimamente has estado raro.
- Te prometo que no hay ninguna chica, puedes quitarte esas ganas de ser tía -rio.
- Jo.
- No todos somos Pedri, que tiene a cinco millones de chicas detrás.

Levanté la mirada unos segundos para ver a Pedri, que simplemente hizo una mueca con la boca y rodó los ojos restándole importancia.

- Pues tu hermana va a ir a un congreso de oncología en Londres -dijo Pedri.
- ¿Qué? -sonrió Adri- ¿en serio?

Respondí animada mientras me giraba para echar todas las verduras en la pota. Adri y Pedri se levantaron de las sillas y me ayudaron con el resto de la comida mientras le iba contando a mi hermano lo del congreso. De vez en cuando mi cuerpo chocaba con el Pedri, o nuestros brazos se rozaban, y tenía que hacer mi mayor esfuerzo por no besarlo delante de mi hermano. Así de fuerte era lo que Pedri provocaba en mí.

You belong with meWhere stories live. Discover now