Laura asintió con una sonrisa y terminamos la conversación cuando el profesor de patología entró en el aula.

Después de otras tres horas más, a la 1 salimos de clase. Me despedí de mis amigas cuando cambiaron de pabellón para irse a sus respectivas clases y yo me encaminé hacia secretaría. Allí me dieron la información que necesitaba para ir al congreso, junto a los papeles que necesitaba rellenar y el número de cuenta en el que tenía que ingresar el dinero en caso de que me aceptasen. Lo cierto es que me hacía muchísima ilusión, así que esperaba poder ir.

Mientras caminaba hacia la salida de la universidad, mi móvil empezó a sonar en mi bolso. Lo saqué y una sonrisa estupida se me formó en los labios al ver que era Pedri.

- Hola -descolgué.
- Hola preciosa.

Este hombre iba a matarme algún día.

- ¿Pasa algo?
- No, solo estaba pasándome por tu facultad a ver si veía a alguna chica que me gustase para llevarme a casa.

Alcé las cejas riendo y salí a la calle.

- ¿Y la encuentras?
- Mm acabo de ver salir a una que me convence bastante.

Levanté la mirada al frente y me mordí el labio al ver a Pedri con su coche parado delante de la entrada.

- ¿No será raro que me recojas?
- Nena, llevo recogiéndote desde que empezaste la carrera.

Nena. Ese mote me erizaba la piel.

- Sí, es cierto.
- Venga, cuelga y sube de una vez.

Vi como apartaba el móvil de su oreja sonriendo. Me acerqué al coche y me subí en el asiento del copiloto. Me encantaba el olor de su coche, olía tan a Pedri.

Le di un beso en la mejilla y me guiñó un ojo mientras arrancaba.

- ¿Qué tal el día? -preguntó.
- Bastante bien. Nos han dicho que el 20 de noviembre hay un congreso en Londres sobre oncología.
- Tu especialidad favorita -sonrió- supongo que irás.
- Quiero, pero va por nota y solo hay 30 plazas.
- Irás, tienes las mejores notas de toda la universidad.
- Ojalá -sonreí.
- Casi un 10, si eso no es lo mejor.
- Lo mejor es un 10.
- Tú eres un 10.

Sonreí como una idiota mirando hacia la carretera. ¿Podía dejar de hablarme así? Ya me bastaba con enamorarme aún más de él cada vez que nos acostábamos.

Llegamos a casa y dejó el coche en el garaje, subiendo detrás de mi cuando subimos las escaleras hasta casa. Pude notar su mirada en mi culo, pero no dije nada.

- ¿Me esperas en la cocina? -preguntó- vengo enseguida. 
- Claro -sonreí.

Me senté en una de las sillas de la cocina mientras miraba mi móvil, esperando que Pedri volviese.

- Aiti -lo escuché a mi espalda.

Me giré con una sonrisa, pero esta se volvió aún más grande cuando vi a mi hermano plantado al lado de Pedri.

- ¡Adri!
- Hola ardillita.

Me levanté corriendo y me tiré sobre los brazos de mi hermano, que me alzó en el aire abrazándome.

You belong with meDonde viven las historias. Descúbrelo ahora