23. Decernere.

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—Las cosas siguen algo movidas —responde a la pregunta, antes de detallar el último mes de sus vidas.

Han pasado cuatro semanas desde que tuvieron que enfrentar a la prensa en la puerta del tanatorio. Cuatro semanas en las que Aina ha vivido como una nómada, de casa en casa, sintiendo que todo el mundo la necesitaba y queriendo ella misma recibir el apoyo y consuelo de los suyos.

Pasó un par de días bajo el ala de su tía, que la hacía reír recordando algunas anécdotas de María y Lucas que ella no conocía. Durante esos días, hicieron piña. Sus tíos, su primo Víctor, Leo, Lola y ella. Se apelotonaron como pudieron en el piso de sus tíos y estuvieron unidos, cuidándose unos a los otros.

Esas dos noches, Nhoa y Aitor durmieron en un hotel, no cabían todos en ese apartamento y la hermana del que fuera su novio prefirió dejarles intimidad en un momento como ese. Aina lo vio como un acto de respeto hacia Leo. Sin embargo, a ella le invadía la pena saber que Aitor, que tanto había querido a María, no podía compartir estos momentos con ellos. No quería que lo viera como que, al implantarse Leo en su vida, él había quedado rezagado a un segundo plano y todos los recuerdos pasados habían muerto con María. No era así, y no era justo.

Nhoa se fue una semana después y, desde entonces, las tres hermanas han estado turnándose para bajar a verlo los fines de semana, el resto de días ha sido ella quien se ha mantenido a su lado.

—¿Cómo te encuentras tú?

—Saturada, supongo. Pero ahí voy —sonríe, porque no puede hacer otra cosa—. Intento que la situación no pueda conmigo y, la verdad, creo que lo estoy llevando bien. No es fácil y a veces tengo la necesidad de encerrarme en el baño a llorar, pero ya no lo hago. Si tengo que llorar mientras Leo le cuenta a Lola el cuento de «La niña de la suerte», lloro, me da igual que me vean. Y, a veces, lloramos juntos. Consuelo a Leo y dejo que él me consuele a mí. Paso todo el tiempo que puedo con Lola y, aunque duerma en casa de mis tíos, siempre intento estar con ella a la hora del baño y de la cena. Sé que no soy su madre, ni lo pretendo, pero no quiero que pierda esa figura más maternal. Cosa que es una tontería porque Leo cumple con cualquier expectativa que se pueda tener sobre él, con creces además. El muy pavo sigue pensando que no está a la altura, cuando esa niña no puede adorarlo más.

Ella tampoco puede adorarlo más, pero eso se lo ahorra porque está intentando tener una conversación seria en este momento.

—Acompaño a veces a Aitor al centro de día, cuando me deja, y tampoco me fustigo demasiado cuando no lo hace. Bueno, quizá sí, pero creo que no tanto como haría antes. También intento sacar tiempo para mí, para centrarme en el proceso de adaptación del nuevo packaging de Auran, en mi cuenta de viñetas y en seguir pintando sobre lienzo, que es lo que más me relaja. Lo que peor llevo es tener a la prensa día y noche siguiendo nuestros pasos, me recuerda a la peor época de mi hermano y, joder, era algo para enterrar, de verdad. Encima la empresa está hasta arriba de trabajo y Leo no puede odiarlo más, así que él también se satura y siento que va a explotar de un momento a otro.

No le pasa inadvertido que hoy la está mirando fijamente, sin perder la vista ni un solo momento en la libreta en la que suele garabatear mientras hablan.

—Está delegando bastante en su mejor amigo, que es algo así como un Superman de los negocios, pero aun así. No sé, supongo que es un proceso. Uno un poco difícil, pero que no va a poder conmigo.

Charlan un rato más, con tanta cotidianidad que ni siquiera es consciente de que en cinco minutos acaba la sesión.

Aún recuerda cómo Nuria tenía que sacarle las palabras con sacacorchos cuando comenzó, poco después de la muerte de Lucas y por recomendación de Leo. En ese momento ella no lo sabía, pero ahora entiende el motivo por el que él tenía tanta fe en la terapia. Es la prueba viviente de que tener a buenos profesionales ayudándote con tu salud mental es un paso enorme hacia el cambio.

Aurantiaco: El chico de cristalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora