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𝑬𝒍 𝑬𝒔𝒄𝒂𝒑𝒆


El amanecer no trajo consigo la luz del sol, sino un velo que se extendía sobre lo que quedaba de un mundo olvidado por la esperanza. La ciudad, una vez llena de color, se encontraba sumida en un silencio sepulcral, roto únicamente por el sonido de los escombros cayendo.

—¿Cuánto falta? —señalé, mi expresión era tensa.

—No mucho —respondió Taehyung— pronto estaremos lejos de ese lugar.

El "lugar" del que escapábamos era un recuerdo difuso en nuestras mentes, un sitio de desesperación que había intentado aplastar nuestra voluntad y borrar la individualidad de cada uno. Pero nos resistimos, encontrando fuerza en nuestra mutua compañía.

Las primeras luces se reflejaban débilmente en los cubos que flotaban sobre la ciudad, estructuras imponentes. Eran como enormes dados arrojados por la mano de un dios indiferente, determinando el destino de los mortales a su antojo. Taehyung y yo los observábamos con una mezcla de temor y fascinación.

—Dicen que esos cubos... —Taehyung hizo una pausa, buscando las palabras correctas— son el corazón de la ciudad. El corazón de la crueldad.

Miré hacia arriba, mi rostro reflejando la tristeza de un cielo sin pájaros. A través del lenguaje de signos, respondí—Entonces debemos ser el alma. El alma que aún siente, que aún ama.

Taehyung sonrió ante la idea, y por un momento, el peso de nuestra situación pareció aligerarse. Continuamos nuestro camino, moviéndonos entre las sombras de los edificios destruidos, cada uno apoyando al otro, cada uno siendo los ojos y la voz del otro.

Después de horas de andar, llegamos a las afueras de lo que parecía una zona residencial. Las casas estaban en ruinas, sus estructuras desgarradas por alguna catástrofe olvidada. Entre ellas, una se destacaba. No por su belleza o su integridad, sino por ser la única que aún parecía un hogar.

—¿Recuerdas esto? —preguntó él, su voz apenas un susurro, como si temiera despertar a los fantasmas del pasado.

Asentí lentamente, mis ojos se llenaron de lágrimas que no me permití derramar. —Esta casa —firmé, mi corazón latiendo con una mezcla de dolor y nostalgia.

Con manos temblorosas, Taehyung abrió la puerta carcomida. El chirrido de las bisagras oxidadas resonó como un lamento. Dentro, el polvo danzaba en los escasos rayos de luz que se filtraban a través de las ventanas rotas. Todo estaba tal como lo recordábamos, excepto por un detalle: un montón de ropas amontonadas en un rincón del salón.

Taehyung se acercó, inspeccionando el bulto con cautela. —¿Qué es esto? —murmuró.

Me uní a él, y juntos desentrañamos el misterio de las telas. Eran ropas de muchos, cada prenda una historia, cada fibra un suspiro de vida y muerte.

—Son ellos los que no pudieron escapar.

El silencio se apoderó de la habitación, un silencio pesado, casi palpable. El recuerdo de aquellos que habían buscado refugio en esa casa y habían encontrado su final se coló en nuestras mentes, un recordatorio sombrío de lo que habíamos dejado atrás.

—Debemos ser diferentes —dijo Taehyung con determinación— debemos sobrevivir, por nosotros y por ellos.

Asentí, y en ese gesto había una promesa, un pacto silencioso de que no permitiríamos que nuestro amor fuera aplastado por la desesperación que nos rodeaba.

Nos sentamos en el suelo de madera, cansados pero no derrotados. Taehyung tomó mi mano y la sostuvo entre las suyas, buscando calor en la fría realidad que enfrentábamos.

—Mañana —comencé, mi mirada fija en la de Taehyung— mañana empezaremos a luchar.

—Mañana —repitió él— y cada día después de eso, hasta que este mundo cambie o nos consuma.

Taehyung y yo, nos permitimos un momento de descanso en la penumbra de la casa que una vez fue testigo de nuestras risas y susurros. Ahora, solo ofrecía un silencio que se ajustaba a mi mudez impuesta y a la visión parcial de Taehyung.

—¿Recuerdas —rompió Taehyung el silencio con una voz suave— cuando solíamos jugar aquí, correr por los pasillos, escondernos en los armarios, como si nada en el mundo pudiera tocarnos..

Sonreí con tristeza, la luz de esos días felices brillando en mis ojos. Con movimientos lentos y precisos, respondí —Era nuestro propio paraíso. Pero incluso el paraíso puede caer.

—Caer —repitió él— pero no desaparecer. No mientras lo recordemos, no mientras sigamos luchando.

Se levantó y caminó hacia una ventana rota, observando los cubos que se cernían sobre la ciudad como jueces silenciosos. —Mañana, buscaremos respuestas —dijo con una determinación que hizo vibrar el aire— No podemos seguir huyendo para siempre.

Me uní a él, mi figura delgada y firme a su lado. —Encontraremos la manera de deshacer esto —firmé, mi confianza inquebrantable por todos aquellos que se convirtieron en montones de ropa, por nosotros.

La noche avanzó, y aunque el sueño era un lujo que apenas podíamos permitirnos, el agotamiento se apoderó de nosotros. Nos acurrucamos en un rincón, utilizando nuestros abrigos como mantas improvisadas. Taehyung rodeó con su brazo mi cuerpo, y yo apoyé la cabeza en su pecho, escuchando el latido constante de su corazón. Era un recordatorio de que, a pesar de todo, seguíamos vivos.

El silencio de la noche y los sueños, nos ofrecieron un respiro. En esos sueños, yo hablaba felizmente y Taehyung veía el mundo en toda su gloria. Soñamos con un mundo paralelo, donde la felicidad era la realidad.

Cuando los primeros rayos de una luz mortecina se filtraron a través de las ventanas, Taehyung despertó y yo seguía en sus brazos.

Me despertó con un suave toque en el hombro, y abrí los ojos lentamente. Juntos, nos levantamos, decididos a enfrentar el nuevo día y los desafíos que traería.

—Primero —firmé— debemos encontrar comida y agua. Y luego, debemos empezar a buscar respuestas.

Asintiendo, se puso de pie. —Hoy no es solo otro día de supervivencia —dijo con una voz que resonó con la promesa de la acción— Hoy es el día en que comenzamos a cambiar nuestro destino.

Con la casa en ruinas a nuestras espaldas, Taehyung y yo salimos a ese mundo que nos esperaba. No sabíamos lo que encontraríamos o si nuestra búsqueda tendría éxito. Pero mientras caminábamos de la mano hacia la incertidumbre, una cosa era cierta; nuestro amor nos guiaría y sería el camino hacia un futuro mejor.

 Pero mientras caminábamos de la mano hacia la incertidumbre, una cosa era cierta; nuestro amor nos guiaría y sería el camino hacia un futuro mejor

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UwU bienvenidos a este mundo de cubitos malvados 😂🟥
(⁠ ⁠˘⁠ ⁠³⁠˘⁠)⁠♥Gracias -binnielly por los gráficos.

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