Llego a las afueras de la editorial y el guardia me está esperando con la puerta del copiloto abierta ayudándome como dijo que haría.

   Me agacho para poder poner el cuerpo de Emma en el asiento. La coloco correctamente para que no esté incómoda, además de que le pongo el cinturón de seguridad.

   —Gracias. Pase buenas noches. —le digo al guardia en cuanto saco la cabeza del auto.

   Él asiente sonriente.

   Le doy la vuelta al auto y me adentro en mi asiento. Desde que lo enciendo arranco para llegar a casa.

   Aún no me sé la dirección de la casa de Emma, así que no voy a despertarla. Si todavía no se ha despertado es porque está muy cansada o tal vez es porque el susto que pasó la colocó muy mal.

   Enserio me preocupé. No creí que podría ponerse tan mal y así sucedió.

   Una llamada me saca de mis pensamientos. En la pantalla delantera del auto me aparece la llamada de mi hija. Le doy al botón aceptar y de inmediato empiezo a escuchar sus risas.

    —¡Papá! ¿Ya no me quieres? —me pregunta ella.

   Desde donde estoy puedo imaginarme los ojitos que está haciendo.

   —No, no te quiero, te amo mi princesa. —le respondo esperando su respuesta.

    —¿Cuando te vuelvo a ver, papi? Te extraño mucho. —dice con voz melancólica.

   La entiendo, me siento igual. Estos días me he alejado demasiado de ella, sumándole que estuve fuera del país una semana completa.

   Debo recuperar a mi hija de los brazos de mi madre.

   Mi dulce niña.

   —Mañana, princesa. Ahora ve a dormirte. Te amo, de hecho te amo más que a mi vida... —le digo mientras las palabras se arrastran por mis labios.

   No creo que pueda amar más a una persona de lo que amo a mi hija. Ella pinta mis días grises, de colores. Ella es el color que necesitaba mi vida y Emma es el paisaje que quiero pintar, lastima que no se puede.

   —Yo igual, papi. Yo te amo más. —dice mi bella hija sacándome de mi trance.

   Y con eso ella cierra la llamada.

   Suspiro provocando con esa acción mirar a Emma quien sigue dormida.

   Todo el cabello se le ha ido al rostro por tener la cabeza ladeada, así que sin dejar de mirar a la carretera, extiendo mi mano y suavemente recojo su cabello colocándolo detrás de su oreja.

   Ella no se despierta por mi toque, más bien, sigue dormida.

    Vuelvo a colocar mi mano en el volante y esta vez miro hacia adelante.

   No nos tardamos mucho en llegar, a la hora que salimos ya es muy tarde y por ende eso nos facilitó llegar más rápido a mi casa.

   Cuando parqueo mi auto en el frente de esta, el teléfono de Emma empieza a sonar. Automáticamente pienso que puede ser un familiar que podría estar preocupado por ella, pero su teléfono está en su cartera y no pondré una mano dentro de ella. Es su objeto personal, sería una falta de respeto y de espacio personal revisar su cartera aunque sea para contestar una llamada.

   No.

   Que ese familiar se quede preocupado. Mañana podrá llamarla y hablar con ella.

   Acaricio mi cabello y me desmonto del auto. Le doy la vuelta y abriendo la puerta, cargo en mis brazos nuevamente a Emma. Camino lentamente hacia la puerta de la casa y con mi mano libre pongo la clave de esta.

MI DULCE REGALOWhere stories live. Discover now