—¿Crees que aquí encontraremos respuestas sobre los dioses celtas? —preguntó Juliana, su voz apenas un susurro.

Areli alzó la vista y sonrió apretando los labios.

Sus ojos brillaban con la promesa de secretos desvelados.

—Stephen siempre ha sido un coleccionista de rarezas —afirmó la chica—Si alguien tiene un libro sobre los dioses celtas, es él.

—¿Stephen? —le preguntó extrañada—¿Qué no es tu padre?

—Si, si lo es —sonrió nuevamente—Solo, no soy mucho de llamarlo "papá".

Juliana asintió y avanzó hacia una sección dedicada a mitologías olvidadas.

Los estantes crujieron bajo el peso de los volúmenes. Areli siguió sus pasos, sus dedos rozando los lomos de los libros.

—Aquí —dijo Juliana, extrayendo un tomo encuadernado en cuero. En la portada, un trisquel dorado brillaba como un faro en la oscuridad.

Areli trato de tomar el libro a lo lejos con su magia, sin embargo esto no tuvo efecto.

—Vaya, que extraño —se acercó a la chica y tomó el libro con reverencia.

Las páginas crujieron al abrirse, revelando ilustraciones de dioses con nombres impronunciables. Dagda, Morrigan, Lugh... Sus historias se entrelazaban como hilos de un tapiz antiguo.

—¿Qué buscamos? —preguntó Juliana, acercándose.

Areli señaló una ilustración de una diosa con cabellos de fuego y ojos de tormenta.

—Algo sobre un dios que pueda crear algo como el objeto que se perdió.

Juliana hojeó las páginas, sus ojos brillando con la misma curiosidad que Areli.

—¿Crees que aquí encontraremos algo?

Areli cerró el libro con cuidado y frunció el ceño.

—No lo sé —respondió Areli—Pero si alguien tiene respuestas, es Stephen. Vamos a buscar en su colección personal.

Se dirigieron al rincón más oscuro de la biblioteca, donde los libros estaban encantados para protegerse de los ojos curiosos. Allí, en una vitrina de cristal, reposaba un antiguo tomo de cuero con runas grabadas en la portada. Areli lo tomó con reverencia y lo abrió. Las páginas crujieron como hojas secas.

—"Los Dioses Olvidados: Secretos de la Antigua Hibernia" —leyó Juliana—Esto podría ser prometedor.

Pero al hojear el libro, se dieron cuenta de que los dioses malignos apenas eran mencionados, y lo poco que decían eran cosas que no coincidían. Areli suspiró y cerró el tomo con cuidado.

—No hay nada aquí. ¿Qué hacemos ahora?

La puerta de la biblioteca se abrió, y Wong, el fiel guardián de los conocimientos místicos, entró con paso silencioso. Sus ojos oscuros escudriñaron a las dos mujeres.

—¿En busca de respuestas, señoritas? —preguntó Wong.

Areli asintió.

—Si tío Wong —lo miró frustrada—Buscamos información sobre algún Dios Celta que pueda crear algo que le haga daño a las personas ¿Puedes ayudarnos?

Wong sonrió y se acercó a un estante cercano.

—Ya se a quien buscan, solo hay un Dios que podría hacer eso.

Tomó un pergamino antiguo y lo desenrolló. Las runas brillaron con luz tenue.

—Balar, el Tuerto —dijo Wong—Vengan, les contaré la leyenda.

LA NUEVA ERA [MARVEL]Where stories live. Discover now