Capítulo primero.

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                                            GUNS                                         

Sus recuerdos comenzaron desde aquella vez que se despertó debajo de aquel árbol de manzano. Su cabeza daba vueltas que le provocaban náuseas. Cuando por fin se calmó luego de un pequeño descanso. Contempló el lugar que lo rodeaba, era un vasto paisaje de colinas verdes que se extendían hacia el horizonte. Se levantó y comenzó a caminar hacia el no muy angosto camino de tierra que presenció al alzar la mirada. Se paró a mitad de la senda y giro la cabeza en ambas direcciones sin tener la certeza del lugar en donde estaba. Caminó hacia el lado derecho sin tener la más mínima idea de lo que le esperaba al final. Comenzó a andar durante bastante tiempo, que sentía que cada una de sus pisadas parecían una eternidad,con cada paso parecía alargarse mientras más avanzaba. Su cuerpo flacucho no aguantaría más.

Intentaba recordar el cómo había llegado a ese lugar, pero ni su propia casa recordaba, solo la palabra Guns a la que más tarde se la adjudicaria como su nombre. Cuando a la lejanía se acercaba una carroza jalada por dos caballos de colores marrón y dorado oscuro. Este paso de largo, y él intento llamar la atención del vehículo, quiso gritar, pero su raspada garganta provocada por la sed le impidió dar una bocanada de ruido hacia la carroza marrón. Pero a unos pocos metros se detuvo y con unas pequeñas sacudidas la puerta se abriría, y de dentro saldría un hombre gordo vestido de prendas que parecían ser caras. El hombre miro con desprecio al flacucho. Seguramente la ropa sucia y desgastada era la razón de su mirada. El flacucho agachó la mirada sin saber qué cara poner en esa situación.

Rcordó también que se subió a la carroza por invitación del hombre, luego de una charla casi como un interrogatorio. Miraba el lugar, mientras  el vehículo era jalado por los dos corceles. Era como una sensación de haber estado en un lugar y volvía a su casa después de tanto tiempo, eso también se le había olvidado, no sabía con plena exactitud cómo se sentía eso. Era algo extraño e incluso nuevo, pero no lo era, solo había perdido sus recuerdos.

                                                       *          *           *                    

La mañana empezó con un viento frío que hacía estremecer los cuerpos cubiertos con abrigos de pieles de los habitantes del lugar. Guns se dirigía al gremio luego de haber salido del lugar en donde se hospedaba. Cuando la gente lo veía pasar no podían evitar los murmullos sobre él. Mas a él no le importaba mucho sobre de lo que hablaran, ignoraba cada uno de los chismes que se hacían sobre su persona. Pero esto no siempre fue así, su cuerpo flacucho y pálido había cambiado de una forma tan drástica que las personas que lo habían ayudado en su momento de necesidad no lo reconocían, de tal manera que pensaba que era otro. Los murmullos eran sobre su imponente altura que mostraba, más esa armadura con rasgos oxidados y su espada casi desgastada le hacían  ver como a un sujeto de poco hablar y hacer relaciones con otros. Poca gente conocía su rostro, ya que la mayor parte del tiempo llevaba puesto su yelmo.

Guns caminó por las calles de piedras humedecidas por el clima de la mañana y también por la llovizna que había empezado. Los techos de las casas de Dorran se mojaban poco a poco. Algunas casas eran tan antiguas que tenían generaciones de familias bajos sus antiguos techados, algunas tenían aspecto puntiagudo y algunas más normales con tejados más complacientes para los ojos. Pero no todas eran iguales, a veces se diferenciaban dependiendo de las zonas en las que estaban ubicadas. Y aunque el lugar no era tan grande, tenía una estabilidad económica buena, no tanto como las grandes ciudades que se repartían por todo el reino de Arventa, pero estaba bien. La zona de los ricos, de los del medio y una pequeña zona en la que se ubicaban los de poco recursos: ahí en una de esas casas vivía Guns.

DANZA DE LAS ESPADASWhere stories live. Discover now