-"Capitulo 006"-

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✧༢.♡⃡ 🌷"Y desconfío, el miedo a dar un salto y encontrar vacío. " ミ𓆸 ༢.

Si le preguntaras a Esteban a que hora se habían dignado a irse a dormir, probablemente solo atinaría a responderte "Muy tarde", por que en ningún momento de esa romántica noche habían visto el reloj, de hecho, no habían volteado a ver nada que no fuera la cara del otro, estuvieron tan sumergidos en ellos que todo lo demás no valía la pena ni siquiera notarlo.

Pero claramente eso y el alcohol pasó factura a la mañana siguiente. Kuku frunció el ceño aún con los ojos cerrados y apoyó su mano en su frente, maldijo a su yo de unas horas por haber tomado tanto pero sabía que no se arrepentía, tenía tatuada en su mente la mirada brillante y risueña de Fran que nunca dejó de dirigirse a él en toda la noche y por la cual valían la pena esa y mil resacas mas.

Sonrió ante la avalancha de recuerdos y se levantó de la cama, preguntándose si Francisco ya habría despertado, imaginando lo pacíficamente adorable que se vería su rostro descansando.

Salió de la habitación y camino lentamente por los pasillos, notando la puerta de la habitación donde había dormido Fran levemente abierta, por un momento temió que se hubiera ido al despertar pero esos desagradables pensamientos se esfumaron al sentir adentrándose en sus fosas nasales un dulce aroma que provenía de la cocina, un delicioso aroma que se propagaba por cada recoveco de la casa e hipnotizaba a Esteban, provocando que guiado por el olor se adentrara en la cocina.

Frente a él, se desplegó la imagen más bella, Romero sacaba de un molde un esponjoso bizcocho, poniéndolo cuidadosamente sobre un plato, cortándolo y a su lado sirviendo dos tazas de café humeante. Levantó la vista y sonrió al toparse con el rostro adormilado de Kuku.

—Buenos días —Sacudió sus manos quitándose los restos de harina. — Espero que no te joda que me haya adueñado un poco de la cocina, quería agradecerte por lo de anoche.

Cuando despertó, Rorro pensó mucho en si hacer el desayuno o no, era apenas la segunda vez que estaba en esa casa y ya tomaba el atrevimiento de cocinar sin consultar, pero no pudo evitar querer devolverle el favor a Esteban de haberlo dejado quedarse a dormir, además ¿Quien no querría desayunar algo dulce y rico?, nadie, y Kuku no era la excepción.

—No, no me molesta en lo absoluto, ojalá despertar y verte así cada mañana —Murmuro lo último con una sonrisa.

—¿Ah?

—Nada, nada —Respondió apresuradamente y se acercó a la mesa, tomando una de las tazas — Se ve muy rico, el bizcocho.

—Gracias, mi hermana me lo preparaba cuando mi madre no tenía tiempo para hacer el desayuno —Tomó un trozo y se lo ofreció — Pruébalo, y aunque no te guste te lo terminas.

Esteban dio una pequeña carcajada y mordió el bizcocho, solo podía describir el sabor como dulcemente hogareño, un sabor capaz de transportarte a las tardes de tu infancia cuando llegabas del parque y tu abuela te esperaba con la merienda, era simplemente un sabor que solo manos llenas de amor podían lograr.

𝗕𝗮𝗷𝗼 𝗲𝗹 𝗵𝗶𝗲𝗹𝗼 | Francisco Romero x Esteban KukuriczkaOù les histoires vivent. Découvrez maintenant