33.

119 12 0
                                    

Los niños podían ser muy crueles. Jennie pudo descubrir eso en la guardería.

Por fin se había despertado de su siesta de la tarde, sus grandes ojos avellanas ardían por lo mucho que había llorado al llegar de la guardería. Miró por la ventana, el sol se estaba poniendo. Su estómago rugió con hambre.

Bajó las escaleras, allí estaban Yugyeom y Sunhee, sentados en sillón. Ambos volvieron a dedicarse una mirada preocupada, recordando el porqué del cansancio de su hija. Al menos ya no estaba llorando.

—Jennie, amor...—llamó Sunhee—¿Te sientes mejor?—cuestionó mientras palmeaba sus piernas para que su hija se sentase en ellas—¿Descansaste?

Jennie asintió tímidamente, permitiendo que su madre la acomodara en su regazo.

—Un poco, mamá —murmuró, sintiéndose reconfortada en los brazos de Sunhee.

Yugyeom se acercó y le acarició suavemente el cabello.

—¿Aún te duele mucho el golpe en tu cabecita?—ahora le preguntó Yugyeom mientras besaba la mejilla de su hija que aún tenía rastros de lágrimas secas.

Jennie negó con la cabeza, aunque su mirada reflejaba la persistente incomodidad emocional.

—No... ya no duele... papá—llamó la castaña mientras recostaba su mejilla en el hombro de su madre.

—¿Qué pasa, amor?—contestó Yugyeom mientras seguía acariciando del pelo de Jennie.

—¿Tengo que ir mañana a la guardería?—el miedo y la tristeza vibraban en la voz de Jennie. Yugyeom y Sunhee se miraron preocupados.

Sunhee apretó con más fuerza a Jennie, transmitiéndole seguridad, aunque ambos sabían que no podían quedarse con Jennie. No tenían manera de cuidarla ni tenían a quien lo hiciese.

—Amor... no podemos dejarte aquí, no podemos cuidarte mañana ni tampoco tenemos a alguien que te cuide. Me temo que vas a tener que ir, pero vamos a hablar con tu profesora sobre lo que pasó—explicó Sunhee con pesar en su voz, si de por si antes les dolía dejar a Jennie en la guardería ahora era mucho peor.

Yugyeom agregó con determinación, mientras abrazaba a Jennie con firmeza:

—Siempre nos puedes decir si te pasa algo, ¿okay?—le habló a su hija la cual asintió con la cabeza.

Jennie asintió con resignación, aceptando que tendría que regresar a la guardería al día siguiente. A pesar de las buenas intenciones y las medidas que sus padres tomaron para abordar la situación, sabía que enfrentaría nuevos desafíos. La experiencia previa en la guardería la había dejado marcada, y las acciones de sus padres no garantizaban un cambio significativo.

La mañana siguiente, Yugyeom y Sunhee llevaron a Jennie de nuevo a la guardería. Aunque trataron de hablar con la maestra y asegurarse de que se tomaran medidas para proteger a Jennie, la ansiedad persistía en el corazón de la pequeña.

Al entrar al aula, los recuerdos desagradables la invadieron. Los niños jugaban, pero para Jennie, cada risa y mirada se sentían amenazantes. Se aferró a la mano de su madre con fuerza, buscando consuelo en su presencia.

—¿Vas a estar bien, cariño? —preguntó Sunhee con preocupación, agachándose para estar a la altura de Jennie.

Jennie asintió, pero sus ojos reflejaban la inseguridad. A medida que Yugyeom y Sunhee se despedían, Jennie se quedó en la guardería, con la esperanza de que esta vez las cosas fueran diferentes, pero con el temor persistente de que la crueldad de los niños la acechara una vez más.

Gummy and Notes.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora