Capitulo 10.

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«¿Quién eres?»

Templo: Asociación Vasijas del Tiempo.

La habitación estaba a oscuras igualmente decorada al estilo de los ryokans; y, en una de las esquinas había un pequeño anaquel donde Suguru colocaba los libros que sacaba de la biblioteca del templo para estudiar en sus ratos que pasaba descansando dentro de su habitación privada. Con una mano desató el rodete liberando la parte superior de su largo cabello negro cayendo algunos mechones por encima de la frente ocultando el perfil de su rostro. Se acostó sobre el futón boca arriba mirando el techo mientras su mente analizaba con detenimiento muchas cosas que lo marcaron. Usó el brazo izquierdo para apoyar la parte posterior de su cabeza mientras respiraba ptofundamente llenando sus pulmones de aire. Miró por el rabillo del ojo la luna que se alzaba frente a la ventana ubicada del lado derecho de la habitación. El cielo estaba brillando iluminando todo y sus ojos miraron con detenimiento la intensidad de aquella luz que ingresó a la habitación. Aquella intensidad le recordó el salón que cubrió el gran la Secta del Manto Estelar el día que su compañero Satoru Gojo regresó con el cuerpo del Plasma Estelar. Giró su cabeza en dirección a la ventana con una expresión seria en el rostro y sus ojos contemplaron el cielo nocturno.

«Suguru, ¿Quieres... que los mate?... En estos momentos no logro sentir nada si lo hago».

«No, no tiene sentido. Son unos monos, solo son creyentes comunes y corrientes. Los culpables quienes conocen el mundo de la hechicería seguro ya huyeron. A diferencia de la recompensa no hay ninguna excusa que los salve de esto. Esta organización es el origen del problema. Pronto será disuelta».

«¿Sentido? ¿En serio? ¿Se necesita eso?»

Los aplausos aumentaron resonando en la sala felicitando a los hechiceros por haber cumplido con la misión. La imagen de su mejor amigo cargando el cuerpo del Plasma Estelar entrando a la sala de la secta abriéndose paso en medio de tantas personas que fueron rodeándolo vistiendo ropa blanca simbolizando la pureza chocando sus palmas entre sí aplaudiendo cada vez más fuerte ignorando los hechos, pero sintiéndose muy orgullosos de lo sucedido casi como una burla; tales aplausos resonaron en la cabeza del muchacho produciéndole muy en el fondo un trauma.

«Es algo muy importante, en especial... para los hechiceros como nosotros».

—Debí permitir que los asesinara—murmuró concentrando la vista en la luna brillante reflejando odio en su mirada—. Debí dejar que los mates a todos, Satoru...— agregó casi con desprecio tan solo de pensar en esa raza tan inferior a la suya—. Son realmente unos monos —murmuró, su voz salió profunda y se concentró en observar el satélite que irradiaba luz en las tinieblas.

Pasaron varios minutos en los que Suguru contempló la luna, parecía seguir evaluando la situación. Pensó en Satoru Gojo y algo muy dentro se movió en él, cerró los ojos y giró su enorme cuerpo dándole la espalda a la ventana.

—No tiene caso seguir pensando en el pasado— se convenció así mismo. Cerró los ojos respirando lentamente hasta que sintió la fría brisa del viento cubrirle el cuerpo. Se levantó para cerrar la ventana, pero antes de hacerlo salió al balcón para apreciar las montañas bajo la luz de la luna mirando en dirección a Tokio.

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Sintió la cama tibia, las cobijas brindaban el calor necesario a todo su cuerpo que se movía buscando más comodidad. Apoyaba la cabeza encima de una almohada acolchonada mientras miraba en dirección a la ventana observando la luna.

Su mente trajo recuerdos del misterioso muchacho greñudo de cabello negro caminando tomado de la mano por las dos pequeñas perdiéndose entre la multitud. Suspiró pesadamente dejando sus preocupaciones en el aire.

«¿Quién eres?» , pensó admirando la luna que se alzaba en el firmamento llenando de dudas su cabeza.

—Volveré a verlo algún día —cuestionó sus pensamientos pensando en la posibilidad de topárselo imaginando esa posibilidad. ¡Oh, dulce sí! El rostro del misterioso muchacho que llamó su atención por fin revelado—. ¿Cuál será su nombre?

En el corazón de Ibby se albergaron sentimientos de esperanza y anhelo. Las vacaciones apenas habían empezado y tenía todo el verano para iniciar su búsqueda. Mañana por la mañana pediría permiso para hacer un paseo en las calles de Tokio. Pensó en la calle Takeshita que últimamente se hizo famosa.

—Quizá lo encuentre en ese lugar...

Sus ojos apreciaban la vista de la luna, una fría brisa entró por la ventana acariciándole el rostro y sintió ganas de acercarse a la ventana. Corrió las cobijas sacando las piernas fuera de la cama, con los pies descalzos, se acercó hasta la ventana sin dejar de admirar la luna con una sensación que la atraía como un imán. Existía algo más allá de estas montañas, algo que la conectaba con algo, con alguien, un misterio, una historia que solo el tiempo desenterraría en el momento justo.

Ambos apreciaban la luna desde sus ventanas, uno con tanto cálculo y detenimiento y la otra dejándose llevar por los sentimientos ajenos que los más románticos amantes despertaban en sus esperanzas más profundas.

«¿Quién eres?»

Esa pregunta rondó en la cabeza de ambos.

Ibby sentía que había alguien esperándola del otro lado y Suguru percibió que alguien notó su presencia a esa distancia considerable.

Él entrecerró los ojos con una mirada de frialdad percibiendo una maldición más allá de las montañas poniéndolo en guardia.

«Te encontraré.»




***

¡Hola queridos lectores!

Lamento la demora, pero estoy realizando algunos trámites que tenía que haber concluido hace tiempo lo que me limitó y no pude terminar de editar el capítulo. Espero que la historia sea de su agrado como va fluyendo hasta ahora.

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Háganmelo saber en los comentarios y con respeto, por favor.

YO TE MEREZCO. [EDITANDO] #PGP2024Tempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang