—Lo mejor será que ustedes la lleven, yo haré llegar después todo lo que ella necesita —les dijo Aurora.

—Aurora, no me puedes hacer esto.

—Es por tu bien y el de muchas personas.

Sin importar cuanto gritara y pataleara ya se había tomado una decisión, su hermana evadió la idea de internarla durante años, pero ya no parece haber otra solución.

—Este lugar será el adecuado para ti.

—Claro, está repleto de personas —respondió Abiggail —, y conmigo eso no es para nada seguro.

—No te dejaremos atentar contra la integridad de ninguna persona, si eso es lo que crees.

Quizás ellos hayan tratado con muchas personas, pero Abiggail no era igual a esas otras personas. Es bastante egoísta, arrogante y no siente empatía, pero también tiene otras cualidades que la hacen muy diferente a todos.

Era obvio que ese lugar no era una escuela, parecía más un hospital psiquiátrico

—Mira, esta es tu habitación con la niña de allá que se ve muy dulce.

—Tiene más cara de idiota...

—Pero no lo es, no te dejes engañar.

La señora llevó a Abiggail adentro y liego cerró la habitación. En una de las camas estaba Génesis, otra niña problemática.

Abiggail ni siquiera le dirigió la palabra y se sentó sobre su cama, evitando dirigirle la mirada a Génesis.

—Así que eres Abi, la pequeña hija del diablo.

Abiggail no quería hablar, pero al escuchar la forma en la que génesis se dirigió a ella le dio curiosidad.

—¿La hija de quién? —preguntó —¿Por qué me llamas así?

—Ese es el nombre que corría por los pasillos de este lugar cuando hablaban de la chica nueva.

—¿La razón?

—Dicen que haces cosas muy malas.

—¿Cómo todas aquí?

—Nosotras no paralizamos a las personas con la mirada —dirige su mirada hacia Abi — y tampoco tenemos colmillos.

Génesis pasaba lentamente las páginas de un libro, lo raro es que este libro tenía las páginas en blanco, no estaba leyendo nada.

—¿A qué se deben esos dientes? Eres algún cazador del bosque, creo o, ¿has practicado canibalismo? —preguntó sin dejar de mirar a las páginas en blanco.

—¿Canibalismo? No, no lo he hecho, pero lo estoy considerando.

—¿Piensas que será muy fácil hacer lo mismo que hacías afuera aquí? Aquí todos estamos mal de la cabeza bebé y terminarás siendo el juguete de...

Abi estaba cansada de las preguntas de Génesis, por eso una de sus manos termino en el cuello de Génesis.

Génesis reaccionó poniendo sus manos sobre las de Génesis, pero la presión era demasiada y Génesis no lograba liberarse del agarre.

—Mira Génesis, te voy a romper cada hueso si te metes conmigo.

Génesis abrió los ojos de par en par y parecía que el fuego los consumía. Entonces, pudo comprender por qué habían apodado a Abi como la hija del diablo.

Se repitió otra escena de terror, Génesis se acercó a la puerta asustada pidiendo que no la dejaran junto a Abi.

—¡Sáquenme de aquí! —Gritó —, no me dejen aquí encerrada con esta chica, por favor.

Se dio la vuelta al sentir la presencia de Abi detrás.

—Tranquila, no voy a hacerte daño... Si te limitas solo a respirar mientras estés cerca de mí.

Esa noche Génesis no dormiría, pero tenía la esperanza de una cosa, que Abi pudiera escapar de ese lugar y se fuera para siempre de allí.

A media noche Abi se puso de pie de la cama y no soportaba nada un dolor en su espalda. De repente cubrió su boca para no liberar un grito de dolor, cayó al suelo porque no podía mantener el equilibrio.

Génesis la miró aterrada, era la primera persona que se daría cuenta de que Abi era diferente... Muy diferente.

De hecho, Abi también estaba sorprendida por lo que le sucedía.

—¿Son alas? —preguntó Génesis aterrada —, ¿por qué tienes alas? ¿De dónde salieron?

Ambas estaban sorprendidas por la envergadura de las alas, eran enormes... Aparecidas de la nada, una color blanco y otra color negro, pero Abi solo podía mover una de ellas, la negra.

Aunque intentara ponerse de pie, simplemente no lo lograba.

—No llames a nadie —le pidió a Génesis.

Dejando de lado el tema de las alas, Abi se sentía bastante llena de energía en lo que respecta a las otras partes de su cuerpo.

—Tendrán que desaparecer de la misma forma en la que llegaron.

Pero parecían estar adheridas a ella, como si siempre hubiesen formado parte de ella. Aun así, en la mañana estas se desvanecieron cuál ceniza llevada por el vuelto. Como si la luz de la mañana lo hiciera.

Abiggail escuchaba en un tono muy bajo un violín, al parecer practicaban música allí. Le ordenó a Génesis callar sobre lo que había sucedido esa noche, nadie debía saberlo, ya que ni siquiera ella comprendía a qué se debía todo esto.

Ese lugar era muy aburrido para Abiggail, era rutinario, lleno de actividades que parecían para niños pequeños. Pero este lugar tenía castigos muy severos como el uso de lugares estrechos como un ataúd para encerrar a quienes se comportan mal, látigos, entre otras cosas.

Abi estaba en el patio, bastante inquieta de hecho, y la razón era que no aguantaba el dolor que le causaban estos colmillos y ese dolor que había aparecido en su espalda.

Cerca de ella estaba Génesis, quien la seguía como un perro. Quizás pensaba que Abi no le haría daño si lograba ganarse algo de su confianza.

—¡Oye! —Abi levantó la mirada para encontrarse con Dafne —, pequeña hija del diablo, ese lugar me pertenece.

Abi se puso de pie manteniendo la mirada fija en Dafne.

—¿Me vas a obligar? —preguntó.

—No quisiera...

—Pero tendrás que hacerlo porque no pienso moverme de aquí.

—Parece que no sabes como funcionan las cosas aquí.

Dafne era esa chica cuya familia tenía mucho dinero.

Solo hacía falta que Abi lograra impregnar su mirada en la de Dafne para doblegarla.

—Dafne, tu padre está aquí de visita —dijo una de las trabajadoras del lugar a Dafne.

Abi no logró lo que quería y no fue porque Dafne se fue, el dolor que sintió de repente la hizo sentir muy vulnerable. Dolor que vino luego de escuchar más fuerte la melodía de un violín.

Sangre Y Poder 2 (chicaxchica)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora