Capítulo II.

37 7 4
                                    

Darío Russo

Antes que tocará el suelo ya la sostenía. Se había desmayado. La había transportado junto conmigo en el auto hacia mí mansión. Tendría otro shock cuando se despertara en mi cama, nuestra muy pronto. Pero me encargaría de que no se desmayará de nuevo. Su amigo había sido transportado en otro vehículo hacia uno de mis calabozos.

Mi recuerdo de hace meses había vuelto al verla, pero no le haría saber que ya la conocía. No se me olvidaría nunca un rostro, mucho menos el de ella, su piel lechosa y esos ojos tan azules como el mar, su melena cobriza. Sería mi perdición.

Su mano empieza a colgar del colchón, la tomo con suavidad deslizándola más hacia el centro, me pica la mano de querer tocarla aún más, pero hasta que ella no se entere de que desde antes de ese momento cuando la observaba en el balcón era mía, no lo haré. No soy un abusador, bueno, no de mujeres por lo menos.

Desde el sillón a una distancia prudente la observo removerse un poco para luego empezar a abrir los ojos, cuando ve mi silueta agranda los ojos de sopetón. No se aleja, pero sin duda vigila todos mis movimientos.

—No te haré daño. Aunque sé que eso lo sabes.

»Me presentare de manera adecuada. Soy Darío Russo Jefe de la Cosa Nostra.

No vi sorpresa en su mirada, eso me fascino más de lo que debería.

—Marianella tiene comida preparada, es hora de cenar.

Con eso me pare del sillón, cuando cruce por su lado ella agarró mi brazo. Juro que su toque me quemó más que las balas.

—¿No hay otra forma? —sabia que se refería a casarnos, para su desgracia no, no la había, pero no quería agobiarla así que no se lo comunicaría ahora. No lo necesitaba.

—Luego hablaremos de eso, ahora debes comer.

Salí de allí, tocando la parte del brazo que había rozado. Ella me siguió varios pasos después, mejor así o se perdería. Marianella ya nos esperaba con la mesa servida, solo seríamos ella y yo. Mis hombres no vendrían les había comentado mi pequeño plan, a pesar de que todos querían ver a la chica. Se los prohibí, la parte más retorcida de mi quería que nadie más la conociera. Me senté en el cabezal de la mesa, ella al otro extremo. Lo supuse.

—No cómo carne —menciono justo cuando Marianella decidió servirle. Lo tendría pendiente y compraría otros alimentos para que ella pudiera comer a gusto. No quería matarla de hambre.

Comimos en silencio, parecía algo mecánica. A mitad de su crema de calabaza, dejo su cuchara a un lado. Parecía volver en sí a la situación, yo lo hubiera hecho hace tiempo.

—No quiero casarme contigo.

—¿Entonces prefieres morir?

Pareció tomar fuerza con mi pregunta y una convicción fulminante se asentó en su rostro.

—No, solo digo que debe haber otra forma.

—¿Y sí te dijera que no la hay?

—Debe de haberla. Mira, yo no quiero casarme y usted no está interesado en mí.

—No digas "usted" como si fuera tú abuelo.

—Podría ser mi padre.

Tiene agallas, pero eso pronto acabaría.

—Además con su puesto y riqueza podría conseguir a una mujer que le atraiga el peligro —continuo ella.

—¿A ti no te atrae?

Titubeó un poco al decir un «No».

Levantándome de mi silla camine despacio hacia la suya, ella no se inmutó, pero su pulso se aceleró, lo podría a ver notado desde lejos, ya estaba acostumbrado a que a las personas les pasara eso a mi alrededor. Detrás de ella coloque mis manos una al lado de cada reposa brazos de su silla. Con una inclinación me permitía estar con la cabeza cerca de su oreja, su vista fija al frente mientras pronunciaba las siguientes palabras:

—Podrías conocer el peligro. Piccola, no conoces muchas cosas que yo sí, entre ellas este, pero... yo podria hacer que te guste Cucciola.

Un suspiro espeso escapó de sus rosados labios, porque sí, ya tenía su cara grabada en mi subconsciente. Con eso volví a mí lugar en la mesa para continuar donde había dejado mi comida. Su silla chirrió contra el suelo al pararse y un sonido de pisadas en la escalera me despidió de ella.

—Marianella, indícale su nuevo cuarto por favor.

Le indique justo cuando venía a preguntar si se nos ofrecía algo más.

Sabía que la había afectado y eso que ni la había tocado. Lo loco que me volvería cuando lo hiciera era en lo que no podía parar de pensar, poner mis grandes manos en esa Cucciola me pondría en un precipicio de locura, si era que todavía no lo habia cruzado por ella.

Sería una larga noche.



Piccola: pequeña en italiano.

Cucciola: Cachorrita en italiano.

~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~

Darío, Darío, Darío. Creo que ya estás obsesionado.

¿Que tal? ¿Cómo les ha ido en la semana? Gracias por esperar la actualización, como conté en stories: la escritura y yo nos estamos poniendo al día NO DEJARE DE ESCRIBIR, solo que ME TOMARE MI TIEMPO para ACTUALIZAR. Espero me entiendan y esto no represente un inconveniente para ustedes.

Los quiero muchoooo mis fueguitos.✨🔥

Al final de cada capitulo cómo pudieron observar les estaré traduciendo las palabras que use en otros idiomas, creo que así la lectura será más amena.

¿Cual ha sido su primera impresión de mis bebés?

¿Sintieron esa tensión?

¿Listo para lo que viene?

Espero el capítulo les haya gustado.

Nos leemos en la próxima. Si quieren comentarme algo a mí dm mi Instagram es LadyKathy144 igual que mi Wattpad, en ambas redes estoy disponible.

Besitos de fuego. 🔥💋

Mía por contrato Where stories live. Discover now