🎌;; Honestamente no sé si corregir el anterior capítulo, pero mejor no. Lo dejaré como un pequeño prólogo.
Ahora, necesito avisar que este capítulo contendrá violencia, angust, humillación y non-con (no será tan explícito, pero aviso para evitar causar incomodidad.)
PD. La canción es una joya, escuchenla y sientan la escena. ¡Ah! Y habrá un poco de lírica compleja, si les disgusta, díganmelo. Los tqm. 🐢
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II.
El recuerdo del dolor es vívido, porque es lo único a lo que se familiariza, lo único a lo que su cuerpo con hematomas es capaz de considerar real.
Lo recuerda. La usurpación de sus alas golpea su mente como un trago amargo, donde la marca abrasiva sobre su espalda es la evidencia de su despojamiento, extraídas tan lentamente de su cuerpo mientras el grito frenético de ella lo llama.
Él puede sentir la espada de Miguel clavandose, cortando, profundamente en su abdomen. Puede recordar la sensación de la sangre ahogando su garganta y la calidez de ella agazapandose en su ropa. -Mierda ingrata. Él te dio todo y tu arruinaste la creación.
-Di la opción del libre albedrío. - Miguel grita. Escucha su rugido salvaje haciendo eco en el cielo. - ¡Vamos, Miguel! Dios se largo hace mucho y no puedes tomar su lug-.
Es silenciado con un nuevo golpe, su cuerpo tiembla.
-No, tú, tú eres una porquería. Desobedeciendo las normas, tentando a los humanos y acostandote con la basura de Satanás. - El metal rasga su interior nuevamente, se retuerce entre sus entrañas y se arrastra hacia delante con la intensión de dañar más sus tejidos. Lucifer puede sentir su visión nublarse ante el nuevo surgimiento de lágrimas, mientras tose desesperado por aire.
Su pulmón fue perforado.
-Jódete. - Murmura mientras su propia espada se alza en defensa y da el intento de apuñalar su rostro.
Sin embargo, sabe que falló por la forma en cómo el arcangel mayor se mofa de él y saca a bruces su afilada arma, la sangre dorada cubre su color platino y extrae de él un nuevo grito. -Se acabó, Lucifer. Eres exiliado del cielo y condenado a morir en los aposentos del Diablo. Sus ojos buscan desesperados la mirada de Gabriel, su hermano, su cómplice, pero él niega su súplica lastimera y se da la vuelta ante su necesidad, en cambio es Azazel quién lo encuentra, en un estado igual de malherido y con las alas completamente arrancadas.
"Lo siento", quiere decir. Pero incluso así es consciente de lo imprudente que sería luego de arrastrarlo a la caída.
