Capitulo 3

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-Oye Mors, ¿Estás despierta? -me pregunta alguien pero su voz se escucha lejana.

Siento que me sacuden ligeramente y gruño tapándome los oídos con la almohada para no escuchar a Ada quejándose de nuestra miserable existencia.

Que carajos, ¿Ada?.

Mí cerebro tarda un poco en procesar la información pero cuando me doy por fin cuenta me siento en la cama con brusquedad haciendo todo mí cuerpo duela y ella se tambaleé por mí arrebató.

«Joder, me duele hasta respirar»

-¿Que demonios te pasa? Tienes que descansar. Tú padre me llamó preocupado por tú salud mental gafa. Tuve que venir hasta aquí y yo estaba en la casa de Ale, no sabes la coñazon que me va a meter mí mamá cuando llegue a la casa.

Si, efectivamente. Ada Garcia está de pie junto a mí con una cara de que no le dieron anoche.

«Te mataría si le dijeras eso»

Esa voz en mí cabeza vuelve a aparecer pero yo la ignoro aunque tiene razón, este tipo de bromas solo puedo hacerlas en mí mente.

Ale es el novio por diversión que tiene Ada, ni siquiera es guapo.

-Le dije a mí madre que estaba contigo y tú padre la llamo para que viniera a tú casa para cuidarte. Marica me descubrió la mentira, naguara. Vos también que sos gafa, ¿Como te vas a enfermar justo ahora? -me reclama dándome un pequeño golpe en la cabeza.

Me da un gran sermón quejándose de mí interrupción con su intento de pareja y luego hace que me acueste de nuevo en la cama, lo hago de mala gana aunque en realidad necesito descansar. Sale de la habitación con mala cara y después de un rato vuelve con un vaso de agua y una píldora.

-Es tú medicamento -me dice al ver mí cara de confusión y rueda los ojos cuando sonrió con inocencia.

Me la tomo sin protestar y cierro los ojos al sentir el leve mareo que me deja el maldito medicamento. Mí cuerpo todavía no se ha acostumbrado al nuevo tratamiento.

-Joder, te ves horrible. No se cómo puedes vivir así, deberias maquillarte de vez en cuando.

Me dice y yo abro los ojos con lentitud cuando el mareo va desapareciendo poco a poco. Ella tiene una mueca en su cara aunque casi no la reconozco por los 5 kilos de maquillaje que tiene encima.

«Hasta aquí me llega la envidia»

Tienes razón, ya quisiera yo maquillarme tan bonito como ella. Que rechera.

Me entrega un espejo acomodándose el cabello con cuidado. Y si, tiene razón, me veo fatal.

Los granos son cada vez más notables, mís labios están pálidos, mí cara igual y lo peor de todo es la forma desordenada que tiene mí cabello. Parezco un espantapájaros.

Tengo moretones en el rostro que ya se están tornando de un color morado, unas terribles ojeras y la nariz rota aunque ahora tengo una venda ocultando el desastre que hizo el idiota de Eliotte.

Cabron.

Hablando de el, ni siquiera se si es real o solo una estupida alucinación de mí cochina mente.

No se que pasó después de desmayarme. Tengo varias dudas tanto como preguntas aunque en realidad no confío ni en mí propio juicio. Tal vez este perdiendo la cordura pero es algo que no me molesta ni me preocupa por el momento.

Me levanto sintiendo el horrible dolor de mís costillas pero trato de caminar con cuidado para evitar romperme otro hueso por culpa de mí torpeza.

«Yo lo llamaría estupidez»

A los pies de la bestia Donde viven las historias. Descúbrelo ahora