Capítulo 1

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Me encontraba sentada en la cama de mi dormitorio, con las piernas cruzadas y la espalda apoyada en el cabecero, leyendo mi antología de libros favorita "Andanzas de un árbol en Los Alpes", cuando unos leves golpes en la ventana captaron mi atención. Contemplé con extrañeza que, sobre el alféizar, se hallaba una lechuza de color pardo la cual portaba una carta en el pico.

Dediqué unos segundos a pensar quién podía haberme escrito a mí, ya que no tenía ningún amigo o familiar con el que intercambiar correspondencia. Luego, pensé que tal vez aquella carta era para mi padre, pero eso tenía menos sentido aún porque él siempre recibía el correo privado en su propio despacho.

La lechuza volvió a golpear la ventana con su pequeña pata, esta vez, con más insistencia. Entonces, como un relámpago que azota el cielo de forma inesperada, un recuerdo inundó mi mente. Me levanté de un salto de la cama, provocando que el libro que descansaba en mi regazo cayera de manera descuidada al suelo, y me dirigí al escritorio apresuradamente. Observé en el calendario que el día de hoy estaba rodeado con un círculo de color rojo y un remarcado signo de exclamación a su lado, en un intento de no olvidar la importancia que aquel día suponía. Apenas pude contener mi emoción al darme cuenta de que, aquella lechuza, al igual que había ocurrido el año anterior un mismo doce de julio, traía mi carta de admisión en Hogwarts.

Eso significaba que no se habían olvidado de mí; aún tenían una plaza libre con mi nombre esperando a que la ocupara tarde o temprano.

Sin perder más tiempo, deshice el pestillo de la ventana y tomé la carta de su pico entre mis dedos algo temblorosos. En cuanto hubo terminado su cometido, la lechuza desplegó sus grandes alas pardas y emprendió el vuelo por los despejados y azules cielos de Inglaterra, de vuelta al castillo al que pertenecía. Una sonrisa se dibujó en mis labios al leer lo escrito en el dorso del sobre:

SRTA. M. CROUCH,
Habitación de la segunda planta con vistas al Bosque,
7, Broncaster Way,
Edale,
Derbyshire Peak

Abracé la carta contra mi pecho antes de abrir la puerta de mi dormitorio y salir disparada de él. Bajé con precipitación las escaleras, tal que resbalé y estuve a punto de caer unas tres veces. Pero, por suerte, conseguí aferrarme a tiempo a la barandilla antes de caer rodando el tramo de escalones que me separaba de suelo firme.

  —Ama —al oír la vocecita chillona de Winky, me volví hacia ella. Estaba junto a la mesa del comedor, haciendo levitar con su magia el mantel para poder sacudirlo en el aire y precipitar las migas y otros restos de suciedad que tuviera—, ¿necesita la ayuda de Winky?

  —No, estoy buscando a mi padre. Adivina qué acabo de recibir —dije, a continuación, elevando ambas cejas y dibujando en mi rostro una enorme sonrisa con dientes.

Winky depositó de nuevo el mantel en su lugar y me miró con sus grandes ojos castaños, llena de expectación.

Winky era, al igual que todos los elfos domésticos, de baja estatura. Tenía las orejas caídas y la nariz del tamaño de un tomate, grande y bulbosa. Llevaba una toalla colgada como una toga y aunque le insistí mil veces en que se pusiera un vestido porque se vería mejor, ella siempre respondía ofendida que un elfo doméstico no debía verse bien. Sólo debía preocuparse por servir lo mejor posible a sus amos.

  —¡Mi carta de Hogwarts! —exclamé, descubriendo el sobre que había ocultado tras mi espalda, y mostrándoselo con la misma emoción que la primera vez.

COME TO THE DARK SIDE [Draco Malfoy] ❤ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora