"Si no te gusta, entonces no lo haré".

"No… No, puedes tocar".

Esta vez respondió de una manera que se escuchaba bastante más entonada.

Klopp lo observó por un momento, luego volvió a extender la mano y dejó que unos dedos bastante largos y prolijos y unas palmas del tamaño de todo su pómulo, le cubrieran la frente.

"...Tienes fiebre."

Pero daba igual. Daba igual si tenía fiebre o no porque no podía pensar en nada ahora debido a la sorpresa que era que Klopp le hubiese tocado tan cuidadosamente la frente. Su palma era cálida y amable así que se le llenaron los ojos de lágrimas de nuevo porque estaba más que convencido de que esto no podía ser real. Solo... Era bastante perfecto para serlo.

Se quedó mirando las muñeca que pertenecía a la mano que le cubría la mitad de la cara. Sus labios temblaban, su corazón latía con fuerza y antes de notarlo, descubrió que incluso sus manos estaban arrugando las sábanas de la cama igual a si se estuviese aferrando a ellas para no gritar.

Y tan rápido como vino, resultó que el hombre lo soltó, tomó una respiración inmensa y se alejó para ir directo al buró que estaba junto a la ventana porque Klopp había dejado la bandeja allí. Resultaba que tenía un plato de sopa, un vaso de agua tibia y un pequeño frasco de medicina.

"Despertaste después de la cena, así que necesitas comer algo para tomar el medicamento".

Klopp le tendió la cuchara sin establecer contacto visual.

Arok, por puro reflejo, extendió la mano y la agarró, pero no pasó ni medio segundo hasta que sus dedos parecieron no poder seguir manteniendo las fuerzas y se cayeron sobre la cama con un impacto que terminó arrojando el utensilio de metal sobre la bandeja.

"¡Ting!"

Golpeó el plato de sopa, la cuchara cayó y rodó sobre la cama haciendo que el agua se desparramara y la bandeja se moviera de posición.

"¡Ah...!"

"Vaya."

Al escuchar su voz, Arok se quedó completamente paralizado, encogió los hombros y comenzó a hacerse pequeñito por miedo a que le fuera a pegar por haber cometido una equivocación. ¡Era terrible! Había arruinado la comida que tanto se esmeró en preparar y seguramente y como consecuencia le diría algo muy feo por ser el hijo de un aristocrático y de todos modos no saber comer.

"Necesito cambiar la manta mojada".

Pero Klopp no mostró ni cinismo o disgusto, ni ninguna de las otras emociones feroces que había dejado al descubierto en la cabaña. Cuando terminó de hablar, levantó la manta, la hizo bolita y desapareció, sólo para reaparecer inmediatamente con una cobija nueva, bien lavada que olía a luz del sol, y que acomodó de inmediato para que sus piernas no quedaran expuestas al aire. Volvió a dejar sobre la cama la bandeja, que había guardado por un momento, tomó la cuchara y la limpió, pero esta vez no se la entregó a Arok sino que, tomó la sopa, hundió el cubierto, lo levantó y le sopló para no dejarlo tan caliente.

Se la acercó a la boca.

Arok miró alternativamente la cuchara y su cara. La vergüenza no desapareció.

"Come incluso si no quieres".

Cuando le dijeron que comiera, abrió la boca tanto como pudo y recibió la cucharada directamente. La sopa que se hacía para los pacientes enfermos, se preparaba hirviendo carne, cereales y leche hasta formar una papilla que parecía bastante grumosa para poder ser comestible, pero que resultó que en realidad sabía bastante bien. No estaba ni muy caliente ni muy frío, no tenía que masticarla y pareció perfecta para comer después de despertar. Además, era la primera vez que comía en mucho tiempo por lo que deseaba devorarla de inmediato, llenar su estómago e ir a la cama. Su garganta estaba tan hinchada que terminó frunciendo el ceño cuando lo tragó.

En el jardín de rosas (Traducción Finalizada)Where stories live. Discover now