Ella asiente entendiendo todo lo que le he dicho.

   —Está bien, la llevaré. Todo estará bien. —se acerca a mí abrazándome de sorpresa.

   Dios, se siente tan bien que me abrace. Es tan suave que podría quedarme en sus brazos para siempre, pero ahora no es un buen momento.

   Rompo el abrazo y le doy un beso a mi hija.

   —Papá irá a casa en una hora, no te preocupes. —acaricio su cabello sintiendo como ella mueve su cabeza asintiendo a lo que le acabo de informar.

    Me alejo de ellas.

   Ya los enfermeros subieron a mi hermana, por ende solo esperaban por mi.

   Me subo a la ambulancia y diciéndole adiós a Emma y a Elizabeth, cierran la puerta.

   Me mata tener que dejarlas solas por una hora, pero debo estar seguro de que mi hermana estará bien o yo no lo estaré.

  

     Camino por el pasillo del hospital, peinando mi cabello hacia atrás

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   Camino por el pasillo del hospital, peinando mi cabello hacia atrás.

   Se llevaron a mi hermana a la sala de cirugía para sacarle la bala que se quedo incrustada dentro de ella. Aún no sé que órganos perforó, pero solo le pido a Dios que ella esté bien.

   Los enfermeros me aconsejaron en dejar mi información personal, tanto como mi número de teléfono, para así cuando salieran de operación, ellos llamarme con el fin de informarme de su situación.

   Nunca creí ver a mi hermana en ese estado.

   Él que hizo esto pagará con su vida.

   Lo mataré al igual que a todos los que participaron en esto.

   Le hicieron pasar un mal rato a mi hija, a Emma, a mi hermana y a todas las personas que en ese momento estaban allá.

   Salgo del hospital rápidamente. Deseo llegar a casa.

  Detengo un taxi con mi mano y entro en él queriendo que el hombre se mueva.

   —A la torre de Seúl. —le informo y él comienza a conducir.

   Saco mi teléfono para marcar el número de Emma.

   Empiezo a llamar. El teléfono solo suena y suena, pero la llamada no es atendida por ella.

   Maldita sea.

   Ahora estoy preocupado y no sé qué pasa.

    —Maneje más rápido y le pagaré el doble. —le informo provocando que él pise el acelerador y maneje velozmente.

    Intento llamándola de nuevo, pero no atiende el teléfono.

   Dios, pido que no le haya pasado nada.

   Lo único bueno de esto, es que él hospital queda de mi casa a 10 minutos y he llegado en 5.

   Le pago al hombre mil wones y salgo del auto como que me están persiguiendo.

   No puedo permitir que le hagan daño a mi hija. Si cualquiera intentara dañarla, le arrancaría la cabeza sin pensarlo. Ella es mi princesa y mi deber es cuidar de ella.

   Cruzo la calle, corriendo a todo lo que da hasta la casa.

   Coloco el codigo de seguridad que es la fecha del nacimiento de mi hija, cierro la puerta y entro al jardin corriendo hacia la puerta.

   En uno de los tarros de flores hay una segunda copia de la llave de mi casa, así que la busco, la saco, la limpio y de inmediato la introduzco abriendo la puerta.

   Cierro la puerta con mi pie, mientras me quito los zapatos tirandolos por todos lados para luego correr hacia la sala.

   Mala acción.

   Emma está caminando hacia mi, por ende tropiezo con ella, choco con su cuerpo y ambos perdemos el equilibrio cayendonos en el suelo. Sin embargo, antes de caernos, cambie la dirección del cuerpo de Emma, quedando yo abajo y ella encima de mí.

   —Mi teléfono estaba descargado... —dice Emma con sus labios a tan solo un centímetro de los míos.

   Quiero besarla.

   Deseo besarla.

   Pero no se podrá.

   —¡Beso, beso, beso, beso! —es la única palabra que sale de la boca de mi hija, tirándose encima de Emma y cayendo al lado mío—. ¡Beso, beso, beso! ¡Mi papi le va a dar un beso!

   Elizabeth es una arruina momentos.

  
  

MI DULCE REGALOWhere stories live. Discover now