An Endless Love Story

1: Nuevas etapas

Miré mi reflejo con una mueca. Una chica rubia, con el pelo más largo y rubio de lo habitual por haber pasado el verano en estados unidos, me devolvía la sonrisa. Llevaba un top negro con el estampado de un dragón y unos tejanos viejos que, por raro que pudiera parecer, me sentaban realmente bien. 

Con mi pelo, bueno, había hecho lo que había podido. Emily y Lucas me habían llamado a las malditas seis de la mañana gritando, diciendome algo así como "Noah Vázquez, ¡a tu primer dia de universidad tienes que ir radiante!". Y no había podido hacer nada al respecto, porque después de colgarles la llamada un par de veces, me había quedado claro que no pararían de llamar hasta conseguir su objetivo: estar convencidos con mi outfit. 

Y sí: iba a ir así en mi primer día de universidad. Ya no había vuelta atrás.

La universidad... inspiré profundamente, permitiendo que el aire llenara mis pulmones y calmara, aunque fuera momentáneamente, los nervios que revoloteaban en mi estómago. Hoy era mi primer día y los nervios me comían la piel. Pero, por suerte, no estaría sola en esta nueva etapa.Le di un vistazo a mi reflejo con un suspiro. Los ojos marrones que me devolvían la mirada estaban cargados de una mezcla de emoción y nerviosismo. Bueno, aquello era todo lo que podía hacer con mi imagen. Llevaba un top negro con el estampado de un dragón, que siempre me había parecido feroz y empoderador, y unos pantalones tejanos que eran más cómodos que estilizados. Había recogido mi cabello en una coleta después de darle mil millones de vueltas a ver qué hacía con mi cabello rubio, siempre despeinado y encrespado. Decidí que no había nada que hacer: sin los consejos de Emily y Lucas, volvía a parecer un estropajo andante.

Ana estaría conmigo.

Nos habían dado plaza en la misma universidad, y ella, con su eterno optimismo y energía inagotable, me había asegurado que serían los años más increíbles de nuestra vida. Y si mi mejor amiga lo decía, es que no pararía hasta conseguirlo.

Mi teléfono zumbó sobre la mesita de noche, y al ver el nombre de "Jack" en la pantalla, una sonrisa involuntaria se dibujó en mi rostro. Deslicé el dedo para aceptar la videollamada y, al instante, el rostro amistoso y casi angelical de Jack apareció en la pantalla, iluminando la habitación con una calidez que iba más allá de la tecnología.

—Hey, quarterback.

Jack, con su cabello marrón y ojos caramelo que siempre parecían estar sonriendo, se rió suavemente al otro lado de la línea.

—Hola, gatita. ¿Cómo estás?

Me encogí de hombros, mi actitud irónica y despreocupada era mi escudo, pero con Jack, siempre había una grieta en esa armadura.

—Sobreviviendo al primer día. Ya sabes, el típico caos de no saber dónde está nada y tropezar con gente que probablemente odie en un par de semanas. Eso me espera dentro de exactamente —miré el reloj de la pared—, treinta minutos.

Su sonrisa, tan genuina y cálida, aceleró mi corazón, y lo maldecí por ello. Llevábamos más de dos meses saliendo oficialmente, pero aquello no cambiaba que el corazón se me acelerase cada vez que lo veía, aunque fuera a través de una pantalla.

—Vas a hacerlo genial, Noah. Eres la persona más fuerte y brillante que conozco.

Rodé los ojos, pero mi sonrisa delataba el efecto de sus palabras.

—Deja de ser tan encantador, es irritante.

—Es imposible, viene con el paquete de ser un quarterback, ¿sabes?

Reí, y por un momento, la distancia entre nosotros pareció desvanecerse.

—¿Cómo va todo por allí? ¿El entrenador es un tirano? ¿Los compañeros de equipo te adoran ya?