Cuidado Con Lo Que Haces .

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"¿Hasta dónde podemos llegar los seres humanos por obtener lo que queremos?"

6:00 am

Estaba tomando un trago, pensando en lo difícil que sería a tenerla  a las reglas. Ella estaba ahí, muy tranquila, hasta que despertó.

Karol

Me levanté con un dolor punzante en la cabeza y la espalda. Cuando vi mi dedo, estaba súper hinchado y morado. Ahogué un grito; no aguantaba el dolor. Intenté levantarme hasta que lo vi. —¡Joder! ¿Por qué siempre tiene que estar acechando?

—Hola, Luzverda, ¿cómo amaneciste?—pregunto con ninguna expresión evidente en su rostro.

—¡¿Qué?! —dije desconcertada—. ¿Cómo puedes decirme eso? ¡Mírame! Estoy encerrada aquí con un psicópata, alejada de mi familia. No aguanté más. Empecé a llorar como loca. Se acercó a mí y me abrazó, me dijo que mi comida estaba tapada y que iba a salir; cuando regresara, me traería un regalo. Pero antes de irse me dijo

—Cuidado con lo que haces.—expreso mirándome directo a los ojos.

Deduje que ya habían pasado como 15 minutos y decidí levantarme. Me dolía hasta el alma. —¿Qué rayos está pasando? ¿De verdad creí que era un sueño? Mis padres, ¿cómo estarán? Mis ojos se cristalizaron. Mi madre, ¿cómo estará? Me propuse escapar de ahí. Tengo que tener la mente fría; así que primero debo comer. Él es muy fuerte para mí; necesito fuerza.

—¡Joder! ¡Joder! No hay nada en este lugar que pueda usar. Caí al piso desconsolada; estaba cansada, mi espalda ardía como nunca. Será mejor que me relaje.

Manuel

Estaba conmocionado porque ya tenía a mi Luzverda. La quería solo para mí; ella es mía. No aguantaba la idea de que otro la viera con los mismos ojos que yo. —Ella me pertenece. Mi chófer me mira y me dice:

—Señor, no creo que esto sea buena idea. El padre de esa pobre criatura es amigo del alcalde.—insistio Bladimir.

Lo miré enojado.

—¿Cómo te atreves a poner en duda mis órdenes, lacayo inútil? ¡Tú solo sigue conduciendo! Mientras miraba las fotos que tenía de Karol en el baño, la idea de no dejarla ir se quedaba plasmada en mi cabeza. Miré hacia afuera; había reporteros y policías buscando a la pequeña "mi Luzverda". La madre estaba en llanto mientras el padre daba un discurso a los medios. Salí de mi auto acomodando mi traje y todos empezaron a murmurar.

—¿Qué hace un tipo tan prestigioso como él aquí?

—Me llegó el rumor de que es un hombre capaz de todo y su belleza lo hace resaltar, pero lo que tiene de dios griego lo tiene de posesivo.

—Hay rumores de que él es malo, muy malo.

—No sean así; de seguro viene a darle fuerza a la familia. Además, no puedes decir esa clase de comentarios.

—De solo verlo se me eriza la piel.

—¡Silencio! Se está acercando.

—Buenos días —dije sin una pisca de amabilidad.Sus ojos destilan miedo, envidia y fascinación; solo hace que mi ego crezca. Me acerqué a mi suegro.

—¡Solo quiero que regrese mi niña, señor Salazar! ¡Es solo una pequeña inocente! ¡Me muero de rabia y desesperación por no poder hacer nada, sin saber si está bien, si le cuesta respirar, si está llorando! ¡No sé nada de mi pequeña! ¡Siento que estoy muerto en vida! ¡La necesito conmigo! ¡Debí cuidarla! ¡Es mi culpa! ¡Fallé como padre! ¡No estuve ahí y ahora mi pequeña no está! ¡Me duele el alma; me consume la culpa y la impotencia! ¡No puedo vivir sin ella!— Recrimino el padre de Karol angustiado mientras lloraba en el hombro equivocado.


Me acerqué a los reporteros y Mencioné: —Tenemos que mantener la calma; organizaré una búsqueda para encontrar a la pequeña Karol. Daremos una alerta para que todos los vehículos, casas y parques estén vigilados por los policías del pueblo de Full. Miré al padre de Karol con una mirada penetrante.

—No se preocupe; ella está a salvo; la encontraremos. Me fui del lugar. Doy vuelta a la casa con mucho cuidado mientras Bladimir se encarga de distraer a los padres. Entro al cuarto de mi pequeña y ahí está su perro; lo cargo con cuidado, pero este me muerde. —¡Mierda, maldito animal! —Lo tomé de nuevo y salí de la casa, entrando a mi auto. Bladimir minutos después entra al auto.

—Mi señor, ¿todo está bien?—pregunto Bladimir con curiosidad.

Malhumorado, gritó: —¡Solo arranca el maldito auto!—. Lo único que me mantenía tranquilo era la certeza de que mi pequeña estaría feliz.

Ella estaba sentada en la orilla de la cama.

Karol

Cuando escuché la puerta, el miedo me invadió. Lo vi entrar y pegué un grito. —¡Titi!— Corrí hacia ella y la abracé con fuerza. Él se acercó a mí y me envolvió en un abrazo; yo me quedé tiesa, sin saber cómo reaccionar, y le dije: —Gracias.

Manuel me miró con intensidad. —Karol, tienes que entender que soy capaz de todo por ti.— lo mire asustada y pregunte :

—Pero, ¿cómo la conseguiste?— Me alteré. —¡Fuiste a mi casa!— Lo miré con odio. —¿Qué les hiciste a mis padres?— Él me observó y simplemente respondió:

—Sí.— La miré retadora. —Tu madre lloraba desconsolada; pobre. Y qué tal mi suegro... ¡jaja, idiota! No sabía que el hombre a su lado era quien tenía a su pequeña princesa.— exclamó entre risas sin ningún tipo de remordimiento.

Su sonrisa era perversa y malvada capaz de causarte escalofríos.

Manuel

Ella se abalanzó sobre mí, y sentí un dolor inmenso en mi hombro. No me dio tiempo de reaccionar cuando salió corriendo.

Escritora

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Karol  Jamás Te Irás De Mi Lado (Restaurando).Where stories live. Discover now