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II - RESACA


Me acomodo los lentes del sol, mi apariencia no es la mejor. Lena se mira a través del retrovisor mientras se aplica gloss en los labios.

—¿Crees qué haya pasado algo grave en la empresa? —cuestiono esperando una respuesta de Lena.

Ella encoge los hombros —No estoy segura, la empresa en la que trabajas ha tenido muchos problemas financieros estos últimos meses.

—Tú crees qué...

—¿Están en quiebra? —termina Lena por mí—. Seguramente.

Bueno, no sé qué es peor, ¿Una infidelidad o quedarme sin empleo? Viéndolo desde el lado razonable, creo que perder mi empleo es mucho peor que una estúpida infidelidad.

Black Ocean es una empresa discográfica muy reconocida a nivel mundial. Ha llevado a la fama a varios artistas, es sorprendente que una empresa mundialmente famosa en estos momentos se esté yendo a la quiebra.

—Te veo al rato —murmuró mientras bajó del auto.

—Llegaré tarde, no me esperes.

—¿Tarde? —cuestionó y me acerco a la ventana del auto—. Pensé que solo ibas a almorzar con tu padre.

Lena me regala una sonrisa —Tengo otros asuntos, Susana. Te veo después.

Yo niego mientras me alejo del auto. Lena arranca el auto y la veo alejarse del edificio.

Empiezo mi camino hacia al edificio. Aún me siento mareada y con un dolor de cabeza insoportable. Odio tener resaca, aparte de dejarme con dolor de estómago, también me pone de mal humor.

Entré al edificio tranquilamente, aunque solo pude dar algunos pasos antes que el tacón de mi zapato se fuera de lado y terminará cayendo de rodillas al suelo. Apoyé las manos en el suelo y cerré los ojos mientras sentía como las rodillas me empezaban a arder.

—¿Se encuentra bien?

El señor Tyler, el encargado de vigilar la entrada, corrió hacia mí y con su ayuda me puse de pie. Me ajusté nuevamente los lentes mientras trataba de disimular el dolor que me había causado la caída.

—¿Está bien? —el señor Tyler preguntó de nuevo.

—Estoy perfectamente bien, no sé preocupe.

Le regale una sonrisa antes de volver a mi postura y empezar a caminar hacía el ascensor. Cuando estuve adentro sin la mirada de las pocas personas que se encontraban en la entrada, revisé mi rodilla. Está un poco roja, pero al menos no le había pasado algo grave.

Él ascensor se detuvo en el último piso, justo donde todos los jefes de áreas se reunirían. Puse un pie afuera y empecé a caminar hacía la sala de reuniones. Normalmente en esta parte del edificio no había mucho movimiento, pero hoy parece ser la excepción. Hay personas moviéndose de un lado a otro, parecen estar estresados y está claro que no han dormido nada. Ellos me representan a la perfección cuando tengo un trabajo súper pesado.

—Señorita Swan, que bueno que ha llegado —murmura Kendra, la secretaria del presidente Miller—. La reunión está por empezar.

Sigo a Kendra y ambas nos adentramos en la sala de reuniones. Adentro ya se encuentran varios de mis compañeros de trabajo, no conozco a todos, pero puedo reconocer a algunos.

Me siento al lado de Sasha, ella es jefa de marketing, es la amiga más cercana que tengo en el trabajo, seguido de Mitchel Royer y Eva Smith.

—¿Por qué no te quitas los lentes? —susurra Sasha mientras eleva las cejas.

—Tengo los ojos hinchados —respondo en un tono bajo.

—Estás exagerando, seguro no se nota.

—Yo no creo...

—Anda, quítate los lentes. De igual manera, a Miller no le agradaría verte con los lentes puestos.

Le hago caso y me los quito. Sasha abre mucho los ojos, como si hubiera visto una clase de monstruo.

—Sabes qué, póntelos.

—Idiota.

Sasha suelta una risa de burla. Había olvidado que Sasha trae el humor circulando por sus venas.

—Estoy bromeando, estás perfectamente bien.

Ruedo los ojos y me vuelvo a poner los lentes. Apoyó la cabeza en la mesa y cerró los ojos. Me estoy muriendo de sueño, solo quiero que está reunión acabe de una vez por todas.

De repente todos se quedaron en silencio, aunque sinceramente no hice mucho caso. No fue hasta que alguien estampó una carpeta en la mesa. Me sobresalté y alce la cabeza asustada, solo para darme cuenta que Miller apoyaba las manos en la mesa y miraba a todos con enojo.

Si, creo que es un buen momento para sacarme los lentes.

Los retire de mi rostro y los guarde en mi bolso. Me enderecé en mi lugar mientras veía al señor Miller, quien parecía querer matarnos a todos con la mirada.

—Siéntense —le ordenó el señor Miller a Eva y Mitchel, quienes eran los únicos que estaban de pie.

Ambos asintieron y enseguida tomaron asiento. Ellos, igual que el resto, miraron al señor Miller con temor, los comprendo, Miller cuando está enojado da miedo, mucho miedo.

—Seré directo. En estos momentos no me apetece dar un sermón de una hora —Miller quitó las manos de la mesa y se enderezó. Lo ví desabrocharse un poco la corbata y tragar saliva—. Tal vez ya lo saben, e incluso se han espaciado los rumores. Y es cierto, la empresa está en quiebra. En bancarrota.

Todos se miraron unos a otros, Miller soltó un suspiro cansado mientras se pasaba las manos por el rostro. Estaba estresado, y cómo no estarlo, la empresa no estaba pasando por un buen momento. Dixon Miller tomó una de las carpetas negras sobre la mesa y sin decir nada más, salió de la sala.

Luego de que Miller salió, todos empezaron a murmurar entre ellos. Incluso los tres chismosos de mis amigos se reunieron para hablar sobre lo que Dixon acababa de confirmar.

Yo estaba en medio de los tres, sentada sin ser capaz de moverme. Parecía una estatua, ni siquiera podía parpadear. Estaba tratando de procesar cada palabra que Dixon había dicho. El hecho de quedarme sin empleo sonaba tan mal, ¿Qué se supone que haré si me quedo sin trabajo?

Dios, hoy no puede ser el peor día. Resaca, dolor de cabeza y encima, probablemente sin empleo, estoy más que segura que la vida me odia.

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