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Pisadas firmes resonando contra el increíblemente pulcro piso de mármol mientras se abría camino entre la casa. Su mirada marrón estaba oculta detrás de las gafas de color negro y su cabello oscuro se encontraba perfectamente peinado. Solo verlo caminar ya era todo un espectáculo.

Avanzó de manera segura por el lugar hasta que pudo visualizar a Charles en la cocina, dándole la espalda y sonrió al ver que solo llevaba puesta una de sus camisas.

Se acercó de manera cautelosa y una de sus manos pasó alrededor de su cadera, apoyando su pecho contra su espalda. El menor suspiro al sentir su agarre y el aroma de su fragancia rodearlo mientras apoyaba sus manos en la isla de la cocina.

—¿Me extrañaste? —susurro echando su cabeza hacia atrás solo para poder ver el rostro ajeno.

—Debería preguntarte lo mismo.

Cualquier idea que pudiera tener, desapareció de la mente del ojiverde cuando los labios ajenos exploraron su cuello, abriéndose paso por su piel con húmedos besos y suaves mordidas que dejaban pequeñas marcas de color rosa. Su corazón comenzaba a acelerarse mientras los labios del español bajaban cada vez más, moviendo la camisa para poder besar su hombro.

—Carlos...

—No puedes ir por ahí vestido así sin esperar que no quiera tocarte.

—Lo sé —susurro.

El aliento caliente de Carlos se encontró con la piel de Charles y le robó un nuevo suspiro.

—Dime que lo quieres, dime que me necesitas —demandó con un tono suaves contra su oído—. Quiero escucharte decirlo.

—Te necesito.

Carlos sonrió y soltó una pequeña risa cuando Charles cedió.

—¿Ves? Las cosas son mucho más sencillas cuando me escuchas.

La mano que seguía en su cintura lo hizo darse la vuelta, encontrándose cara a cara con el mayor. Las manos de Charles se encargaron de retirar las gafas en un movimiento delicado y descubrió los ojos ajenos mirándole con intensidad.

—Haces que todo sea mucho mejor, mi amor.

Se inclinó más cerca y unió sus labios. La boca del ojiverde era dulce y sus labios suaves, era adictivo. Quería pasar toda su vida probándola y disfrutando de cómo sus labios se abrían poco a poco, dándole acceso a su lengua para jugar dentro. Las manos del español subieron hasta su rostro, tomando sus mejillas cuando el beso se volvió más intenso y los suaves jadeos comenzaban a llenar el lugar. 

𝐒𝐚𝐢𝐧𝐳'𝐬 𝐁𝐨𝐲「𝐂𝐡𝐚𝐫𝐥𝐨𝐬」Where stories live. Discover now