Como la única niña en su familia y la última de tres hijos, probablemente tenía razón, pero a Sirius no le importaba y no lo admitiría si así fuera. Asimismo, optó por ignorar la expresión del rostro de su hermano pequeño que claramente decía que estaba de acuerdo.

— ¿Quieres decir que no te encantan los tapetes de encaje y los vestidos con volantes? —bromeó para romper un poco la tensión—. Pensé que a todas las niñas les gustaba ese tipo de cosas.

Bueno, todas las niñas menos sus primas Bella y Andy, de todos modos.

Roselind miró la ridícula prenda con volantes que llevaba antes de devolverle la mirada con una mirada que decía claramente lo que pensaba de su atuendo sin decir una palabra.

—Prefiero estar en un kit de Quidditch que haciendo el papel de una muñeca —respondió con una voz lo suficientemente baja como para evitar que los adultos la detectaran.

Se rio aguda y ruidosamente, divertido. Desafortunadamente, llamó la atención de su madre y de la señora Blishwick.

— ¿Te divierte tu té, Sirius? —Walburga preguntó con los dientes apretados, un claro recordatorio de que no debería hablar en absoluto.

—Roselind, querida, estate quieta y alisa tu túnica —instruyó Margaret Blishwick sin ningún afecto en su voz—. Eres una buena niña. Tu padre estará satisfecho contigo.

La niña le sonrió levemente a su tutora, con exactamente tanta emoción genuina como la que había mostrado la mujer mayor, mientras enderezaba un trozo de encaje que anteriormente había retorcido de manera brusca.

Sí. A Sirius no le agradaba Margaret Blishwick en absoluto. Pero decidió qué, quizás, Roselind Lestrange no fuera tan horrible.

 Pero decidió qué, quizás, Roselind Lestrange no fuera tan horrible

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Cuatro años atrás.

—No creo que esto sea una buena idea, Sirius —susurró Roselind por décima vez, mientras corrían por las últimas escaleras hacia el pasillo del cuarto piso.

Era de conocimiento común que todos los estudiantes de Hogwarts debían estar en sus camas o en sus salas comunes luego de una hora determinada, sobre todo los de primer año. Pero Sirius Black a menudo ignoraba las reglas, y arrastraba a su mejor amiga a seguirlo.

—Oh, vamos Rosie, no seas tan nenita —suspiró con impaciencia.

—Soy una niña, tonto, y no digas nenita como sinónimo de debilidad o de ofensa. Además, no tengo miedo. Bueno, si tengo miedo de que nos atrapen; no quiero meterme nuevamente en problemas. Es demasiado pronto, mi padre aún está muy enojado conmigo por quedar en Gryffindor. No es que me importe, de verdad, pero temo que se haya arrepentido de su decisión y me saque de Hogwarts, y…

— ¿Qué quieres decir? —La interrumpió Sirius, disminuyendo un poco el paso.

—Bueno, él originalmente planeaba enviarme a Beauxbatons. Pero le recordé que sería más fácil vigilarme aquí —respondió, ignorando el tema como si no fuera nada.

₁ 𝐋𝐚𝐬 𝐞𝐬𝐩𝐢𝐧𝐚𝐬 𝐝𝐞 𝐮𝐧𝐚 𝐫𝐨𝐬𝐚 ━ 𝐌𝐚𝐫𝐚𝐮𝐝𝐞𝐫 𝐞𝐫𝐚.حيث تعيش القصص. اكتشف الآن