Tardó unos cuantos segundos

—¿Mack? Tú... ¿qué haces despierta a esta hora?

—No podía dormir.

Está bien —oí un bostezo—. ¿En qué pensabas?

—No lo sé con exactitud.

Escuché una pequeña risa de su parte

Linda, si vas a cortar mi sueño a la mitad, al menos podrías decirme qué era lo que no te dejaba dormir, ¿no lo crees?

Esbocé una pequeña sonrisa

—Es que... bueno, pensaba en las probabilidades de que entraras por la ventana de mi habitación a escondidas.

Ah... ¿hablas enserio?

—¿Tal vez? —titubeé, cerrando un momento mis ojos—. Vale, como tal no era eso lo que no me dejaba dormir, pero quizás si estás junto a mí podré... quizás sentirme más segura.

A ver si entendí —carraspeó—. ¿Le pides al chico que nunca ha hecho una travesura por nadie, que se arriesgue y se cuele a tu casa donde lo más seguro es que si tu padre se entera me mate?

—Puede que no suene bien si lo dices así, aunque deberías considerar que eres mi novio y es normal que hagamos estas cosas. Travesuras como las llamas.

Hubo un pequeño silencio

—Entiendo si te parece descabellado —continué—. Es que quiero estar contigo, sólo eso.

De nuevo, otro silencio

¿Lo está considerando? Diablos, creí que sería un no rotundo.

Moví mi pierna de arriba abajo.

Le di una mirada a mi puerta, en vano, considerando que todos dormían. Me levanté con el teléfono en mi oído y me apresuré a abrirla, al mirar por el oscuro pasillo y confirmar que no había nada fuera de lo común, volví adentro.

—¿Ethan? —pregunté en voz más baja—. ¿Estás ahí?

Escuché un sonido que no identifiqué

—¿Cuáles son las probabilidades de que no sepa trepar un árbol?

—¿Ya saliste de tu casa? —elevé ambas cejas

Estoy en eso. O... bueno, sí ya salí. De hecho, creo que deberías asomarte a tu ventana, querida Rapunzel.

Salí corriendo, abriéndola para poder sacar la mitad de mi cuerpo. Me sostuve fácilmente, mirando hacia abajo donde pude identificarlo. Allí, mirándome

Sonreí

—Estás loco —susurré

Eso me parece —murmuró, para entonces colgar. Lo vi guardar el aparato en su bolsillo y tantear la altura muchas veces

—¿Qué tanto estás pensando? —dejé el móvil sobre la mesa, sin importancia—. Ethan, ya estás aquí, ya no puedes arrepentirte.

—Sí, eso creo —sacudió sus manos—. Bien, aquí voy.

—No quiero ver que te caigas —volví a entrar

—¿Qué? —susurró

—Te espero, apúrate —le di la espalda

Creo que sí, estamos locos.

Mi sonrisa volvió con más ganas

Ethan, el que jamás se arriesga por nada, aquí estaba. Arriesgándose porque le había dicho que quería dormir junto a él.

Invierno de colores✓Where stories live. Discover now