Cuando avanzamos un poco más, vi a una señora de unos cuarenta y seis años de edad, rubia con los ojos marrones, alta y con un pincel en la mano.

-¿Es pintora? -le pregunto a James.

Él asiente y llegamos donde estaba su madre.

-Ya habéis llegado -dice la madre de James con voz chillona. -Hola querida, soy Alora. Un gusto, tú debes de ser Sarah, ¿verdad? -dice mientras me da un pequeño abrazo.

-Hola mam...

—No sabes cuánto James me ha hablado sobre ti —dice ella, interrumpiendo a su hijo.

—Un gusto, Alora —le digo mientras le sonrío.

James vuelve a darme la mano y, mientras me mira de reojo, le dice algo a su madre que no logro escuchar.

—¿Quieres ver mi habitación? —me pregunta mientras carraspea—. Para que veas dónde pasaba la mayoría del día —añade para evitar malentendidos.

—Claro que sí —le respondo mientras tiro de él.

Subimos las escaleras, y mientras subimos, hay fotos y pinturas colgadas por la pared. Entramos en un pasillo y giramos a la derecha. James abre la puerta, entra, y se sienta en su cama.

Hay estanterías por casi toda la habitación, las paredes son grises y hay una caja llena de discos.

—¿Te gusta mi guarida? —dice él con una sonrisa.

—Muy bonita, pero ¡¿qué?! Si tienes discos de bandas que me encantan —le digo exagerando.

Él se ríe y yo sigo explorando su habitación. Abro un cajón y hay una libreta.

—Oh, puedes verla si quieres —dice él al ver que la tengo en mis manos.

Voy hacia él con la libreta en las manos y él se acomoda para que yo pueda sentarme a su lado.

La abro y tiene muchos garabatos, dibujos y formas extrañas. Paso páginas y me sorprendo, pero paro cuando hay un dibujo de "Enredados".

—Qué bonito, Jem —le digo sorprendida.

—Si te gusta, puedes quedarte con la libreta, princesa. Es de hace muchos años y no la utilizo —me dice él mientras me pone un brazo en el hombro.

—Muchas gracias —le digo dándole un beso en los labios.

—¡CHICOS, LA COMIDA! —nos llama la madre de James.

Bajamos y todo está decorado con globos, cosa que antes no estaba.

—¡FELICIDADES! —decimos todos a la vez.

James, que no sabía nada, nos lo agradece sorprendido, y después de un rato, vamos a comer. Durante la comida, hablamos sobre James, y la mitad del tiempo son la madre de James y yo las que charlamos.

Hasta que llega el momento de los regalos. Maggie y Manuel le regalan un vinilo de una banda que le encanta, su madre una pintura y varios objetos relacionados, y después llega mi momento.

—Ponte de pie, Jem —le digo mientras yo voy a poner música—. Tienes que bailar esta pieza conmigo, y entonces te daré tu regalo. Ustedes también, chicos —digo señalando a Maggie y Manuel.

—¿En serio, princesa? —dice con voz de fastidio.

—Es que no vas a bailar con tu pobre novia que está sola —le digo para hacerlo sentir mal.

—Oye, eso es chantaje emocional —protesta.

—Pues si no bailas, no hay regalo.

Se levanta de la silla, y yo le doy play a la música. Él me coge de la mano, y empezamos a bailar mientras la madre de James nos mira y se ríe mucho.

Cuando terminamos de bailar, los chicos se sientan, y James espera impaciente.

—¿Y mi regalo, princesa? —pregunta impaciente.

—Ven conmigo —le digo, ya que es algo que le sorprenderá mucho y no podrá aguantarse las ganas de llorar.

—Nosotros nos quedamos aquí —dice la madre de James mientras salimos.

Vamos hacia el coche, lo abro, saco el regalo, me doy la vuelta, y James me espera aún más impaciente que antes.

—Toma, espero que te guste —le digo tendiéndole un paquete cuadrado y rojo.

Lo abre con cuidado, y cuando ve que es una libreta, se queda desconcertado.

—Ábrela, cielo —le digo mientras espero impaciente.

La abre y ya no está desconcertado, sino sorprendido y emocionado.

—Son... —dice mientras se le corta la voz.

—Canciones y poemas que he compuesto y hecho para ti —le digo con una sonrisa—. ¿Te gusta?

—Me... encanta. Muchas gracias, princesa —dice mientras me coge la cara con sus manos y me besa en los labios con ternura.

Nos quedamos así durante unos segundos, y luego me abraza, hundiendo su nariz en mi pelo. Le encanta hacer eso, y a mí también me gusta.

—Muchas gracias, princesita. Te quiero —me dice mientras se separa de mí.

Cojo con mis manos su cara, le limpio las lágrimas que tiene en su rostro, él me besa la mano, y me vuelve a abrazar.

Pasamos toda la tarde en su casa celebrando con su madre y contando anécdotas.

Los Secretos Del Pasado. (COMPLETA✔️) (En revisión)Where stories live. Discover now