6. TRES SEMANAS

Começar do início
                                    

–No encontré el momento. Lo siento.

–Ya luego habrá tiempo para que me pongas al tanto de absolutamente todo.

Entiendo que todo mundo está haciendo cosas raras. Katia llenándome de adulaciones ayer en su oficina, Alexander cambiando su actitud después de verme. Isa aceptando mis disculpas rápido.

Ella que es la reina del drama y que se hace un mundo para perdonar algo.

–Pero me vas a tener que prestar una –sigue–, yo tengo las de la temporada pasada y ninguna está firmada. ¿Qué tal si mejor le pides una de Davide?

Desde siempre lo hemos compartido todo. juguetes, ropa, comida en el colegio, travesuras, secretos, sueños, miedos. Sin embargo, algo no se siente bien con la idea de prestarle una camiseta.
Y no me gusta, porque yo no soy así.

«A Alexander tampoco le gustaría. Es un regalo para ti, lo firmó pensando en ti, lo empacó pensando en ti» –me consuela mi subconsciente.

«Isabella es tu mejor amiga. Te presta todo, es normal que quiera que le prestes la camiseta de su equipo favorito. ¿No te vas a poner las tres, cierto?» –replica mi parte racional.

«No es normal que te pida la camiseta de Davide, como si tú y Alexander ya fueran novios»

La disputa dura poco gracias a los latidos arrítmicos de mi corazón, a quien le emociona la idea de Alexander escribiendo mi nombre en cada una, de su búsqueda para encontrar la talla perfecta, de que está pensando en mí, así como yo pienso en él todos los días y todas las noches.

Isa sigue hablando emocionada, mas no le presto atención. Analizo las prendas a detalle y me detengo mucho tiempo en el lugar de las firmas. Delineo con los dedos la dedicatoria y luego, como si se tratase de un perfume o del aroma agradable del café, lo huelo.

Y siento que sí huele a él.

Es ridículo. Katia lo sabe, por eso suelta una carcajada cargada de humor. Yo me cubro la cara con las prendas, pensando en lo mucho que estoy cambiando.

«Enamorada» –la palabra hace eco en mi mente una y otra vez, reproduciendo al tiempo su sonrisa, mis ojos perdidos en los suyos, su voz.

–Tenemos que ir a uno de sus partidos –continúa al no obtener respuesta–, cuanto antes, mejor.

–¿Tenemos? Eso suena a mucha gente –murmura Katia, que hasta entonces se había mantenido al margen de la algarabía–. ¿Por qué Madrigal invitaría a alguien que ni siquiera conoce?

–no estoy hablando contigo, estoy hablando con mi amiga. No te metas en cosas que no te importan.

–Te digo lo mismo –deja el portátil sobre la tapa del piano y se levanta antes de continuar–. No te metas en cosas que no son tuyas. Sofía no tenía la obligación ni de contarte con quién y en donde se va de viaje, ni tiene porqué prestarte una camiseta ahora. Se las mandaron a ella, están firmadas con su nombre y la invitación es solamente suya.

–¡Es mi amiga! le tengo que acompañar.

–No es necesario, linda. Si acepta la invitación va a tener un avión a su disposición, y apuesto a lo que sea que la van a ir a recoger. No sé, pero si fuera Alexander me molestaría que cuando la invitación estaba escrita en singular, traigan a alguien más –isa me mira pidiendo ayuda–. Seamos sinceras ¿qué harías metida en un lío de dos? ¿quieres un trío o qué?

–¡Katia! Solo voy a ir a ver...

¿Por qué quiero explicarlo? Incluso mi mente, que se muestra reticente a aceptar las cosas sabe que no solo voy a ir a verle jugar. Voy a ir a "terminar lo que dejamos pendiente".

Decirte AdiósOnde histórias criam vida. Descubra agora