Capítulo 2

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Sirius Black aprovechó cualquier oportunidad para compartir el escandaloso secreto de Snape con el mundo, mágico o no. Naturalmente, se corrió la voz entre los miembros más mojigatos de la sociedad mágica y, de repente, varios padres no estaban tan seguros de que un antiguo mortífago instruyera a sus impresionables hijos. Por muy bien disimulada que estuviera la razón de su despido, Severus sabía que ahora estaba desempleado por la sencilla razón de que era gay. Dumbledore, por razones obvias, lo defendió lo mejor que pudo e insistió en que siguiera siendo maestro de pociones y jefe de casa, pero los rectores del colegio tenían la última palabra.

Para irritación de James, Snape había pasado los últimos quince días cenando con la familia para ahorrar dinero. -Entonces... ¿ha habido suerte con el mercado laboral?-.

-Todavía no-. Snape se enfurruñó en voz baja mientras le daba pequeños trozos de fruta a Harry, que se los comía con fruición.

Lily sonrió en un intento de ser edificante. -Seguro que algo aparecerá-.

Justo entonces, sonó un golpe en la puerta y James se levantó para atender.

Severus esperó a que saliera de la habitación antes de hablar. -¿Cómo puedes estar tan seguro de que él no tuvo nada que ver?-.

-Porque me prometió que no se lo diría a nadie-.

-¿Y tú le crees?-.

-Por supuesto, y no sólo porque es mi marido-.

Severus puso los ojos en blanco.

-Cuando James hace una promesa, la cumple-. Lily levantó a su hijo y le ayudó a comer más de su propia comida cuando su marido asomó la cabeza de nuevo en el comedor.

-La madre de Sirius acaba de morir-. Tanto Lily como Severus se levantaron sorprendidos por la noticia.

Lily arrimó a Harry a su cadera y le tendió un puñado de cubitos de queso para que siguiera serpenteando. -¿Cómo está Sirius?-.

-Lupin y yo vamos a llevarle a tomar unas copas. Intentaremos que se distraiga-.

Ella asintió, confiando en que James cuidaría de su amigo a su manera. -De acuerdo-.

-Intentaré no estar fuera hasta muy tarde-. James volvió a desaparecer de la habitación.

-Pobre Sirius-.

Snape quitó la chaqueta del respaldo de la silla. -Yo también me voy-. Salió solemnemente de la habitación con Lily siguiéndole detrás.

-¿Adónde?-.

Severus se detuvo junto a la puerta para ponerse el abrigo. -Le prometí a Regulus que estaría allí para él-.

Lily le dedicó una sonrisa amable. -Lo comprendo. Asegúrate de enviarle nuestro cariño-.

-Lo haré-. Besó rápidamente en las mejillas tanto a Harry como a Lily antes de marcharse, dejando al resto del grupo sin siquiera una mirada.

De pie no muy lejos, con el brazo de Lupin alrededor de su espalda, Sirius miró la puerta. -Maldito bastardo. ¿Qué le hace pensar que es bienvenido ahí?-.

Lily le dirigió una breve mirada, no queriendo empezar nada ahora mismo, y sabiendo por el olor que Sirius probablemente ya se había tomado unas cuantas de más, simplemente salió de la habitación sin decir nada.

James enganchó su brazo alrededor del otro lado de Black y comenzó a guiar a sus amigos hacia la puerta.

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Sólo habían pasado unas horas en el pub cuando James se dio cuenta de que Sirius ya había bebido suficiente alcohol por una noche. Él y Lupin ayudaron a su ebrio amigo a volver a su piso y se detuvieron en la puerta mientras Remus buscaba las llaves de Black.

Sirius sonrió torcidamente a su inquisitivo amigo. -No puedes quitarme las manos de encima, ¿verdad?-.

Remus sólo puso los ojos en blanco. -Olvídalo, no las encuentro-. Mirando cuidadosamente a ambos lados del pasillo, Lupin sacó su varita y apuntó a la cerradura. -Alohamora-. Volvió a guardar rápidamente la varita en el bolsillo del abrigo y ayudó a James a arrastrar el bulto inútil entre los dos hasta el único mueble de la habitación lo bastante grande para los tres. James dejó que Remus se encargara de la maraña de brazos para cerrar y atrancar la puerta, y Sirius, perdido en una neblina de borrachera, se acurrucó ciegamente en su compañero de sofá, mordisqueándole ligeramente el cuello y dejándose llevar por sus manos.

-¡Ah! James, quítame el pulpo sexual de encima-. Remus estaba luchando por apartar la mano de Black de su trasero para cuando James se apresuró a ayudar.

-De verdad, colega, ¿por qué te pones así cuando estás borracho?-. No hizo falta mucha fuerza para apartarlo de Lupin, y los dos llevaron a Sirius de vuelta a su habitación. Remus le quitó los zapatos a Black mientras James le controlaba las manos. Lo metieron en la cama y James se quedó a arroparlo mientras Remus se escabullía para ir al baño.

-Eh, James, no te vayas-.

James no pudo evitar sonreír al ver lo infantil que era Sirius a veces. Le recordaba más a un niño con gripe que a un hombre adulto fuera de sí. Se sentó en el borde de la cama y pasó una mano tranquilizadora por la frente de su amigo. -No puedo quedarme, es la una de la madrugada-.

-¿Por qué tuviste que casarte?-.

La sonrisa de James se desvaneció. Estaba bastante seguro de lo que Black le estaba preguntando en realidad, y sinceramente, a veces él también deseaba que las cosas siguieran siendo como en sus días de colegio. Pero se enamoró, consiguió un trabajo y se casó. Luego vino la guerra, y Harry... y Peter, Peter estaba en Azkaban ahora. Las cosas nunca volverían a ser como antes, pero al mismo tiempo, a James no le importaba. Amaba a Lily. Amaba a Harry, y era feliz. -Los tiempos cambian, amigo-. Volvió a pasarse un pulgar por la frente antes de levantarse y dirigirse en silencio hacia la puerta. -Buenas noches-. Se escabulló.

-Te quería-.

Pero lo único que James pudo oír fue el murmullo incoherente de su amigo desde el otro lado de la puerta.

Una vez que Remus salió del baño, James le hizo un gesto para que se moviera en silencio, y ambos se encaminaron hacia la salida, cerrando la puerta del piso tras de sí.

Remus se subió la cremallera de la chaqueta después de guardarse la varita. -Bueno, ha ido más o menos como esperaba. ¿Crees que se pondrá bien?-.

-Bueno, su madre acaba de morir. Sé que no se llevaban muy bien, pero, ya sabes, era su madre-.

-Sí-. Ambos se quedaron en silencio un rato antes de que Remus volviera a hablar. -¿Estás bien para irte a casa o necesitas ayuda?-.

James se lo pensó un poco, pero mientras se balanceaba ligeramente donde estaba, pensó que lo mejor sería dejar que Remus lo llevara a casa esta noche. -Creo que será mejor que lo hagas tú-.

-De acuerdo-. Volvió a echar un vistazo a su alrededor antes de coger a James del brazo y llevarlo por aparición hasta su casa en Godric's Hollow. -Ya hemos llegado-. Remus era de los que siempre pensaban en el futuro, así que solía ser él quien se mantenía sobrio y servía de Traslador autoproclamado designado cuando pensaba que sus amigos podrían necesitar un poco de ayuda para llegar sanos y salvos a casa.

-Gracias de nuevo-.

-¿Para qué están los amigos?- Intercambiaron un rápido abrazo, dándose tres palmadas en la espalda, antes de separarse. Remus saludó a James con la mano y le sonrió antes de desaparecer con un chasquido moderado, dejándole solo con las llaves y entrando a trompicones.

ANOTHER SIRIUS SNAPE STORYWhere stories live. Discover now