Capítulo sesenta y dos

557 61 5
                                    

Emma

No esperaba encontrarme con Aiden fuera de mi departamento, pero mi corazón dio un vuelco cuando mis ojos se encontraron con los suyos. Aiden tenía la mirada tan profunda y hermosa y mi corazón no lo soportaba. Había una gran lucha dentro de mí por quedarme con él y fingir que me sentía bien, pero no era correcto. Por eso yo seguía luchando, pues sabía que la decisión que tomé fue la mejor que pude haber tomado para mi bien y el de él. Sabía que era doloroso, pero prefería que fuera doloroso ahora y no más adelante.

Permití que Aiden entrara en mi departamento. Cuando sentí sus brazos envolviéndome, sentí tanta paz y tanto caos al mismo tiempo. Me sentía feliz y triste. Me sentía confundida. Él vino a despedirse de mí, pues su hermano le dijo que mi vuelo saldría pronto. Por cómo terminó nuestra última conversación, no creí que Aiden y yo volviéramos a tener contacto otra vez. No pensé que podríamos despedirnos. Creí que el abrazo del otro día fue el último abrazo que nos daríamos para siempre, pero él regresó a mí una vez más.

Aiden intentó retenerme. Sé que él no quería interponerse en mi camino, pero sus palabras y súplicas hacían que mi decisión temblara. Ya tenía todo listo para marcharme: el pasaje, la mudanza, la transferencia de la universidad y acordé con mis padres que me encontraría con ellos en el aeropuerto de Nueva York, pero la mirada de Aiden me gritaba que abandonara mis nuevos planes. Casi acepto quedarme, pero mi razón fue más fuerte que mi corazón.

Acordamos que no dejaríamos de hablarnos y nos prometimos volver a vernos otra vez en el futuro. Era difícil hablar de un futuro en el que no estuviéramos juntos como pareja. Iba a ser difícil acostumbrarnos a esta nueva etapa. Yo sabía que tendría que enfrentarme a noches de llanto y soledad en el que mi corazón sangraría en el suelo por la distancia y los recuerdos juntos. Sabía que no iba a ser tan fácil. Para ninguno de los dos lo sería.

Mi estúpido corazón albergaba la esperanza de que un día el universo nos reencontrara otra vez y que todo pudiese marchar correctamente, teniendo tiempo para nuestra relación, algo que ya no teníamos y desgastó lo que teníamos.

Antes de que Aiden se marchara de mi departamento, me miró a los ojos. Sus hermosos ojos color avellana seguían siendo tan divinos como la vez en la que lo vi en el supermercado. Recuerdo la tristeza de sus ojos.

Sonreí con tristeza.

—Te ves hermosa —me sonrió.

Solté una leve risa y él me siguió. Su sonrisa triste se encontraba con la mía.

—Incluso con el maquillaje todo corrido —añadió.

—Oh —me quejé y me limpié el rostro con las manos.

—No, déjalo así —me detuvo—. Te ves linda igual.

Ninguno de los dos sabía qué más decir, pero sí sabíamos que no queríamos despegarnos el uno del otro. Las despedidas son difíciles, pero al menos pudimos despedirnos, no como la vez en la que él se mudó a California.

Aiden se marchó. Un taxi me llevó hasta el aeropuerto. Mamá me llamó poco después.

—¿Tu vuelvo saldrá pronto?

—Sí, hubo una hora de retraso, pero pronto saldrá. Estaré en casa pronto.

Hace tiempo que no decía eso. Estar en mi casa me traía demasiados recuerdos. Mi mente no paraba de pensar en Aiden y de replantearse si tomé la mejor decisión. En el fondo de mi corazón yo sabía que fue lo mejor que pude hacer en este momento. Pero dolía.

—¿Te sientes bien? Sé que es un cambio enorme el que harás.

—No estoy bien, pero lo estaré. Solo es que... No soy muy buena en dejar cosas atrás.

La profundidad de su mirada #D4Όπου ζουν οι ιστορίες. Ανακάλυψε τώρα