18 de DICIEMBRE

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Casa de Los Tabares

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Casa de Los Tabares

Morela se había levantado temprano, la noche anterior casi ni pudo dormir como quiso porque la conversación que tuvo con Jereth la dejó un poco nerviosa y pensando todo lo que se le podría venir si aceptaba salir con él en plan citas.

Francisca la vio perdida en sus pensamientos y revolviendo con insistencia el líquido caliente dentro de la taza.

—Lo vas a marear —acotó y su hija frenó la cucharita—. ¿Algo que querés decirme? ¿Qué pasó ayer?

—Quiere que nos conozcamos mejor —le dijo untando manteca sobre la tostada y luego poniendo mermelada de rosa mosqueta encima.

—Ajá, ¿y qué más?

—Lo que quiere es... es tener una posible relación amorosa conmigo y quiere que lo acompañe a su país.

—¿Cuándo?

—No sé, mamá, quiere que viva con él en Estados Unidos. Bueno, no definitivamente, hace unas semanas atrás le sugerí que podía vivir seis meses en un país y seis meses en el otro y que cuando habría cumpleaños, viajara para el festejo.

—¿Por qué le sugeriste eso?

—Porque era un tipo reacio a quedarse a vivir acá y como sabía que no iba a ceder, le planteé esa idea.

—Te gusta, ¿no? Porque de no gustarte, no estarías así.

—Sí, me gusta y mucho. Y tampoco quiero decepcionarlos a ustedes.

—¿Por qué pensás eso?

—Porque siempre viví con ustedes y de un momento al otro cabe la posibilidad de que me vaya del país, necesito saber lo que opinan de eso.

—La verdad es que no esperábamos algo así, pero tampoco podemos negar algo que no estaba en los planes de nadie, surgió así porque el destino lo quiso. No nos gusta que te vayas a otro país porque no sabes cómo irá la relación que están teniendo, pero nos quedamos tranquilos al saber que en meses nos veríamos de nuevo.

—Sí, bueno, pero tampoco planees de más porque como nunca tramité la Visa, no es seguro que me la den al primer intento.

—Podrías averiguar por los turnos.

—Lo haré mañana, ahora necesito procesar todo lo que me está pasando desde ayer. Creí que ibas a gritarme o a negarte del todo a esto.

—Tenés veinticinco años, con tu papá pensamos que en algún momento de tu vida laboral el dueño te pediría que te saques la Visa para poder ir a ver algo de lo que hacen en la empresa que trabajas, así que, de alguna manera, no nos equivocamos cuando lo pensamos. No fue el dueño, sino el hijo de tu jefe que te la pidió por algo personal.

—Ahora que estoy más calmada, intentaré desayunar tranquila y vestirme.

—Tenías que decirme lo que sentías por él sin esperar tanto.

Nunca es invierno en diciembre ©Where stories live. Discover now