—Lo siento yo...

El príncipe soltó la espada y comenzó a golpear con sus puños un montón de paja agrupada junto a las varas de bambú, haciéndolos estallar en pedazos. No sabía si era parte del entrenamiento, pero aquellos movimientos erráticos y desesperados indicaban algo más. Levanté una ceja.

—Tuvo un mal día —explicó Pryt. Jasper estaba perdido, nunca sería capaz de traer la paz o de encontrarla.

Las damas gritaron en la ventana, agitando sus pañuelos. El príncipe levantó la cabeza para mirar a Pryt, luego siguió descargando su furia contra sacos de arena. Pryt suspiró y con voz amable, despidió a las jóvenes antes de cerrar la ventana. Lo ayudé prendiendo las antorchas en las paredes para la iluminación, el cielo comenzaba a tornarse de un gris oscuro.

—A veces extraño eso.

Lo miré sin comprender.

—La magia —explicó.

—Te conservas exactamente igual a la última vez que te vi, aún debe quedar algo en ti.

Pryt miró a Jasper que se había detenido. El príncipe lloraba en silencio.

—Renuncié a la magia para forjar una familia y no me arrepiento —dijo con voz seria—. Solo pensé que moriría junto a ellos, pero me he conservado por siglos por algún motivo y creo que ahora lo sé. Estaban esperando este momento, Galem. Algo más grande que todos nosotros se acerca, ten cuidado.

Envidiaba a Pryt, él había tenido el valor de renunciar a todo por amor. Podían pasar eras y aún seguiría arrepintiéndome de no haber correspondido a sus palabras aquella noche. Pryt levantó una mano a forma de despedida y caminó hacia Jasper quien rápidamente se limpió el rostro. El entrenador levantó la espada del suelo y recogió otra para él, Jasper sonrió cuando le dijo que se pusiera en posición de ataque.

No volví a ver al príncipe hasta la noche de su cumpleaños en la que llevaba otra de las pociones para Amber. La princesa había logrado ganar fuerzas y reponerse lo suficiente de su enfermedad para llevar a cabo el intercambio sin que nadie sospechara. No estaba de acuerdo con su plan y mucho menos con los métodos que había usado para obtener poder, los mismos que ahora le consumían la vida. La magia se había apoderado de ella y quien dirigía sus acciones era el mismo que inició esta tradición de sangre. No sabía cómo el espíritu corrompido logró meterse dentro de su cuerpo y perturbar su mente, pero encontraría la forma de deshacerme de él sin lastimarla.

Vi al príncipe con la espalda apoyada en un barril de vino y con la copa de oro y rubíes en la mano. Tragué al ver el escudo familiar grabado en ella, odiaba ese símbolo y lo que representaba. Si tan solo supieran lo que en verdad sucedió... Negué. Los humanos eran bestias sedientas de sangre y el día en que los dragones se extingan, buscarán otra cosa que cazar para demostrar su superioridad.

—Feliz cumpleaños, su alteza —le dije. Jasper levantó la cabeza, sus pupilas dilatadas por la bebida.

—¿Qué tienen de feliz? —bufó.

Di un paso hacia él.

—¿Sabía que los magos presencian el nacimiento de los herederos para determinar su destino? En esos breves segundos en que abren los ojos por primera vez colisionan el presente, pasado y futuro.

Jasper ladeó la cabeza, intrigado. El cuarto de vinos estaba un poco oscuro por lo que no podía distinguir mis rasgos. Intuía que Jasper llevaba horas bebiendo en la solitaria habitación. A pesar de su postura y las manchas de bebida en su ropa, Jasper era un guerrero entrenado para matar y justo eso haría mañana.

—¿Les dijiste a todos que iban a morir? —preguntó con ironía.

Negué.

—Solo estuve cuando el primero nació y debería haber estado cuando ustedes nacieron.

Herederos de sangre y hierro #PGP2024Where stories live. Discover now