EN LA LUNA LLENA, PARTE 2

Zacznij od początku
                                    

—¿A montar? ¿Qué?—Su pregunta me confunde.

—¿Un caballo?—Dudo de mi respuesta obvia.

Alzo una ceja, ya sin entender nada por qué las omegas se ríen en mi cara como si yo fuera la idiota. Rhea esboza una media sonrisa, burlándose de mí, antes de volver a mirarme con total normalidad.

—Vete, estoy ocupada—Me ordena con frialdad.

La pelinegra le extiende el libro de poesía rogando que siga y deja un beso en la comisura de sus labios. Aprieto mis puños, y fulmino con la mirada a Rhea mientras actúa como si yo fuera invisible

Maldita.

Te odio tanto.

—No iré a ningún lado—Dictamino con fuerza.

Las cuatro levantaron su mirada hacia mí, las chicas estaba con la quijada en el piso y yo muriendo de un ataque. Rhea se levanta, y camina hacia mí. Antes de que pudiera defenderme, sus manos toman mi cintura y me sube a su hombro como si pesara menos que un costal de papas.

—No, no—Murmuro desesperada, sacudirme, no sirve de nada, porque con una sola mano puede inmovilizarme.

Mi última opción en la magia, quizás hacerla tropezar con un objeto, pero me encuentro aturdida. Apoyo mis manos en su espalda y trata de impulsarme, pero es inútil.

Ojalá me maté, porque ya no soporto tener sus manos asesinas sobre mí.

Abre de un manotazo las puertas de madera y hierro. Y es ahí cuando me deja caer cuando estamos en el pasillo sin cuidado, apenas logro mantenerme en pie y me debo agarrar de sus brazos para no caer. Ella avanza hacia mí hasta hacerme chocar contra la pared, pero enderezó mi postura y aunque debo de torcerme el cuello para mirarla fijamente, no me dejo intimidar.

—Arregla tus cosas… mañana te vas a ir a Norvan.—Masculla con agresividad, eso debilita mi mueca fría—Quizás Stephen pueda soportar a una insolente como tú.

Intenta irse, pero me aferro a su brazo con ambas manos.

—No, no voy a ningún lado.

Ella no me mira porque está intentando controlarse, sus colmillos comienzan a sobresalir y el amarillo peligroso posee su mirada de colores distintos.

—Disculpe, Alfa, pero no la entiendo, me pide que acompañe a la princesa Diana a sus paseos con su Beta Kassia para vigilarla y no me enseña a cabalgar ¡Caballos!—Le explico con honestidad. —Le he pedido a muchos, incluso a la princesa, que se ha negado repetidas. Y todos me ponen excusas.

Me mira, enojada.

—¿Entonces soy tu última opción?—Insinúa.

—Quizás si no hubiera desaparecido toda la semana, no lo sería.— ¿Le estoy reclamando?

Los guardias se miran entre sí, atónitos. Y Rhea está incrédula y honestamente, yo también, pero soy lo suficiente valiente para dar un paso adelante, y hasta estar a un suspiro de ella y su rostro infamen.

—Enséñeme, por favor, Alfa, aprendo rápido.

Mantiene su expresión seria, y la mirada fría fija en mí, como si quisiera arrancarme la cabeza de una sola estocada. Casi puedo oír a Diana maldecirme y mi salida del castillo ya era inminente.

—O asigne a alguien que me enseñe…—Me interrumpe.

—No será necesario—Dice, alejándose de mí, antes de voltearse a los guardias —Preparen mis caballos ahora mismo. —Vuelve su mirada hacia mí. —No crees que es por ti, lo hago por hermana…—Camina hacia su habitación a regañadientes. —Lo que me faltaba… obedecer a una omega.

The Black OrbeOpowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz