—¿Estás rompiendo conmigo? —le formuló incrédula.

—Eso mismo estoy haciendo y te digo más, nada de lo que me digas o intentes convencerme me hará cambiar de opinión con respecto a romper contigo porque eso quiero, cortar la relación, es un desastre esto y ya no lo tolero más.

—No puedes hacerme esto, Jereth. Te prohíbo que me lo hagas —chilló de nervios y rabia.

—A mí nadie me prohíbe algo, Flower y mucho menos tú. Si has comprado un pasaje, puedes cambiarle la fecha con un dinero extra y podrás regresar antes de lo previsto. La verdad es que no me interesa.

—No lo haré —se puso firme.

—Peor para ti, porque te lo compraré y te llevaré con un taxi hasta el aeropuerto y mucho peor te lo haré si subo algo desagradable de ti en las redes sociales porque nadie más te mirará a la cara si saben lo arpía que eres, ¿eso quieres? ¿O prefieres callarte, comprar el pasaje y regresar a Estados Unidos?

—Eres un miserable —le gritó en la cara.

—No, querida. Me libero de ti que es diferente y vuelvo a ser el de antes. Porque lo he sido cuando no te tenía cerca.

—Es por esa asistente de tu padre, ¿verdad?

—A ella no la metas entre nosotros porque nuestra relación era un caos mucho antes de visitar a mis padres, solo tres meses hemos estado saliendo nada más, cuando vine aquí parecía que las cosas entre nosotros habían quedado bien después de la tremenda discusión que tuvimos antes de viajar, sin embargo, parece que nada cambió en ti. Me controlas, me agobias, no me dejas respirar y yo necesito espacio, pero también necesito una compañera que me apoye en las cosas que decida hacer o no, no solo quiero sexo y lujos, quiero a alguien que comparta conmigo otras cosas, pero tal parece que no estamos queriendo lo mismo y por tal motivo, es mejor que cada uno haga su camino por separado —su voz sonó demasiado tajante y seria.

Flower ya no supo cómo convencerlo y tampoco quería hacerlo enojar más y publicar en su red social lo arpía y superficial que siempre era por miedo a que nadie más la tomara en cuenta. Su ego y cuenta bancaria podía mucho más que cualquier otra cosa.

La mujer sin otra opción salió de allí, se metió al cuarto que estaba ocupando y juntó sus cosas para luego cambiar la fecha del pasaje y comunicarle a él que se iba ese mismo día dentro de una hora.

—Te acompañaré para que no digas luego que fui un insensible contigo.

—Eres muy cruel —sollozó.

—No me convencen tus lágrimas de cocodrilo, Flower —le dijo y esta se recompuso como una actriz mostrando su mejor actuación.

—¿Ni siquiera te doy lástima?

—No, porque tú no eres sincera y tampoco buena persona, solo te basas en cómo joder a los demás. ¿A qué hora tomas el avión? —Le cambió el tema enseguida.

—A las cuatro de la tarde, pero diría que tengo que estar ahora en el aeropuerto.

—Entonces nos iremos ahora mismo.

Jereth la ayudó a subirle la maleta en el baúl del auto luego de que se despidiera de sus padres avisándoles que tenía que volver porque le había surgido un inconveniente en la empresa que su padre tenía, pero sabían bien que su hijo les contaría la verdad después de que volviera del aeropuerto.

Él regresó a su casa alrededor de las cinco de la tarde y poco más, y sus padres lo enfrentaron.

—¿Tienes algo para contarnos? —le formuló Cameron al verlo y Kimberly clavó los ojos en él también estando atenta a lo que iba a decirles.

Nunca es invierno en diciembre ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora