capítulo uno.

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🕘 18 de Octubre, 2023

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🕘 18 de Octubre, 2023. 20:30 hs.

Nikolai odiaba ir a la biblioteca de noche. Lo detestaba. No había luz natural y las farolas del edificio parpadeaban de vez en cuando, con un ruidito molesto, emitiendo una luz blanca cegadora.

Insufrible. Así definía a la luz blanca. Asquerosamente artificial. Le provocaban jaquecas.

La primera vez que pisó la biblioteca por la mañana, estaba repleto de idiotas ruidosos que no entendían el significado del cartel que rezaba "SILENCIO" en color rojo. Por ende, evitaba acercarse al recinto cuando hubiera indicios de su presencia molesta.

El sufrimiento de la luz, no se comparaba al desastre auditivo. Lo prefería mil veces.

Estudiar en casa tampoco era una opción. De por sí, Nik no era muy dado a sentarse y leer, siempre procrastinando, desviando su atención a temas más interesantes en la pantalla de su computadora o en las mismas paredes de su habitación. Si de algo estaba orgulloso Nik, era del lugar mágico en el cual se convirtió su habitación. Perfectos distractores, con los cuales evitar la tarea y responsabilidad académica, colgaban de sus paredes y decoraban cada rincón de la misma.

Su madre lo llamaría desorden. Nik prefería el término genialidad.

Era muchísimo mejor estudiar en aquella fría y casi vacía biblioteca cuando el sol caía y la luna hacía acto de presencia. Oh, y vaya que Nik amaba la luna. Varios mitos y leyendas urbanas le concedían a la luna la culpa de la locura. A veces deseaba poder ver esa misma locura actuar.

Una vez incluso escuchó que la sangre se veía negra bajo su luz.

Nik suspiró desviando sus pensamientos al libro que tenía enfrente. Era insulso, pero debía terminar el ensayo para su clase de literatura clásica esa noche, en vez de desviar sus maquinaciones mentales por su usual sendero curioso y oscuro.

Su padre lo llamaría inmadurez. Nik preferiría el término inteligencia.

La luz ya comenzaba a darle dolor de cabeza. La biblioteca estaba prácticamente vacía a esa hora. Solo la bibliotecaria y él, sumidos en sus propios mundos. Nik no conocía su nombre, pero era bonita. Vendría a echarlo en aproximadamente veinte minutos, justo como cada noche.

La mente de Nik solía hacerse algunas preguntas. ¿Qué pasaría si un día, decidiera levantarse de su silla y aguardar a que la bibliotecaria saliera? ¿Qué pasaría si él tomara la decisión de seguirla y observar lo que hacía luego de su jornada laboral?

Nik a veces se preguntaba si alguna vez se había cruzado con algún asesino. La ciencia decía que era más que probable. Puede que incluso la bibliotecaria fuera una asesina en su tiempo libre. Nik podía hacer correr su imaginación. Ella atraería niños con dulces y los encadenaría en su sótano. O coquetearía con hombres en bares, y los asesinaría mientras tenían sexo. O tal vez, era menos una asesina y más una simple mujer, sin matices.

Manual para secuestradores principiantes (DAVID TENNANT)Where stories live. Discover now