Capítulo 5

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Kiara

Ya era viernes por la noche, San Valentín. Un catorce de febrero.

La semana había pasado con lentitud y pesadez, fue una de esas veces en las que quieres que todo acabe, que ocurra sin mucho misterio. Los días eran eternos y las horas infinitivas, la incertidumbre de tener una cita con un completo desconocido del campus y estar encerrada en una cancha de basketball con un grupo de adolescentes hormonales no me resultaba para nada agradable, lo contrario, era asqueante e incomodó.

Tenía la constante sensación de que no pertenecía a mi generación, no encajaba. Que era diferente al resto y que solo Jess me conocía del todo, aunque a veces, en mis noches de insomnio donde mis pensamientos tomaban el control, llegaba a pensar que no era así.

Quedamos en que me pasaría a recoger alrededor de las seis o siete, dándome tiempo necesario para arreglarme y a ella para estar con su familia. En clase de historia, cuando esperábamos a la maestra, me conto que Justin, su hermano mayor, se iba a casar con su novia. Se había enterado el martes en la mañana al despertar y encontrar a la pareja en el comedor junto a sus padres. Salieron a celebrarlo en familia, por eso se ausento.

Frente al espejo me pruebo varios vestidos por encima de la ropa, indecisa. Las opciones son limitadas, mi armario está repleto de ropa, pero no la adecuada para asistir a una fiesta.

Tiro sobre el sillón al lado del espejo de pie los tres vestidos.

El primero era primaveral y de suave tela. Blanco. Flores rosadas, verdes y azules lo adornaban. Constaba de una cinturilla al igual que los otros dos.

El segundo, lila, más sencillo que el resto. Bordados en el área del escote, de largas mangas, brillitos resaltan sobre la tela al tener contacto con la luz.

El tercero y último me lo regalo madre en las navidades pasadas. Turquesa, hombros descubiertos, con una pequeña abertura en el muslo derecho. Trenzados alrededor de la cintura.

Al salir del baño opto por la tercera opción. Me visto, acomodo el vestido, seco mi cabello hasta devolverlo a su forma original; lindas y rebeldes ondas. Paso un poco de polvo por mi rostro, máscara de pestañas, rubor y brillo de labios.

Me regalo una sonrisa a través del espejo, satisfecha con el resultado.

Una bocina de auto se escucha afuera: Jess. Doy un último vistazo a mi reflejo, tomo la pequeña cartera sobre el la cama y bajo las escaleras.

Un coche blanco descapotado espera parqueado. Cruzo el porche, haciendo resonar la vieja madera en cada paso. Abro la puerta del copiloto y me adentro en el vehículo.

Un sonriente rubia me recibe.

―¿Estás lista para la mejor noche de tu vida? ― enarco una ceja. El coche se pone en marcha.

―¿No dijiste eso hace unos años, donde fuimos sin ser invitadas a una fiesta clandestina que organizaron los de último año? ¿Donde se hizo una redada y tuvimos que correr por nuestras vidas?

―Esta es la excepción, amiga. Confía en mi.

Sonrió. Ella me guiña el ojo.

La brisa golpea nuestros cuerpos con violencia, el cabello pica en mi rostro en incómodos movimientos. El cielo está cubierto por un manto negro sobre nuestras cabeza. Relajo mi cuerpo en el asiento, enfocandome en las bocinas y el constante sonido que producen los neumáticos en el asfalto, sin querer reparar en lo que me espera en la fiesta.

En el trayecto, Jess encendió la radio y dejo reproducir la primera emisora que apareció. Una enérgica y pegajosa melodía sonó del otro lado. Mi amiga mueve la cabeza de un lado al otro, sin soltar el guía. Saco mi teléfono del bolso y comienzo a grabar sus locuras.

Cartas En Febrero ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora