Fragmento Quince | Sejanus

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QUINCE:
"TWO BIRDS II"

— ¡Bien! Ahora, esto es para un amigo muy especial —Maude Ivory alzó la mano y saludó a Sejanus que inmediatamente, recibió una gran cantidad de miradas—. ¡Vamos! Uno, dos, tres...

El restó de los músicos dio pie a la melodía y todo el salón empezó a brillar de forma especial:

Bueno, hay un lado oscuro y problemático de la vida.
También hay un lado luminoso y otro soleado.
Aunque nos encontremos con la oscuridad y la lucha
Oh, el lado soleado también lo podemos ver

Mantente en el lado soleado, siempre en el lado soleado,
Mantente en el lado soleado de la vida
Nos ayudará todos los días, iluminará todo el camino,
Si seguimos en el lado soleado de la vida

¡Vamos!
¡Sí!

Era una canción preciosa. Realmente lo era, pero él sabía que nadie más en esa habitación era capaz de comprender lo especial que era para él.
Le era inevitable pensar en aquella madrugada junto al lago. 

Las pequeñas manos de Maude Ivory secando sus lágrimas, mientras él todavía sostenía parte de aquellas bayas entre sus manos. Mientras todavía tenía el arma apuntada directo a su corazón.

Esa niña le había salvado la vida de la forma más inocente que alguien podría.

"Saludemos con un canto de esperanza cada día,
Aunque los momentos sean nublados o justos
Confiemos siempre en el mañana
Para mantenernos, a todos y cada uno, bajo su cuidado.

¡Vamos!

Mantente en el lado soleado, siempre en el lado soleado"

Se le acumularon las lágrimas en los ojos y se le hizo un nudo en la garganta.
Era imposible que Maude hubiera elegido esa canción por el incidente del lago, pero, acababa de tocar una fibra muy especial en su corazón.

Lo sabía, el nunca podría agradecerle lo suficiente lo que le había dado.

—I-iré por la cesta —se puso de pie y se sacudió las manos en la camisa para tratar de ocultar su emoción. 
— ¿Quieres que te acompañe?
—No, para nada. No te puedes perder el inicio del show. Vuelvo en un segundo ¿Va?
—Okey, vete con cuidado.
—Que sí.

Caminó hasta el lateral del escenario donde Maude se lanzó a sus brazos y le preguntó eufórica si le había gustado la canción.

—Ha sido lo más hermoso que me han dado en la vida, preciosa. Nunca me voy a olvidar.
— ¿En serio?
—De verdad. Ahora voy a buscar tu canasta ¿Sí?. Disfruta del show así me cuentas los detalles que se me pasen.
—Okey —volvió a acomodarse en su sitió—. No te tardes.
—En un momento vuelvo.

Salió por la puerta que estaba situada junto al escenario, para así demorar menos en ir a completar la tarea que tenía por delante. Decía la verdad cuándo decía que no quería perderse ningún detalle.

Una vez solo, en la oscuridad de la calle, se detuvo un momento a enjuagarse las lágrimas que ahora sí se le habían escapado. Era muy extraño para él. Después de tantos años sintiéndose intruso en su propia vida, por fin pertenecía. Y le gustaba pertenecer.

Encendió la luz del pequeño cobertizo que era utilizado como camerino improvisado por los miembros de la bandada, e inmediatamente, visualizo la pequeña cesta de mimbre del otro lado de la sala.

— ¡Suéltame!

Escuchó una voz proveniente del exterior y se quedó a medio movimiento.

don't blame me ✔Where stories live. Discover now