Fragmento Doce | Sejanus

179 20 13
                                    

DOCE:
"LOSE MYSELF IN YOU"

Ya en la base, Sejanus decide que lo mejor, es irse a la cama.
Sabe que la Bandada va a presentarse por el cumpleaños del comandante Hoff, pero, la realidad es que lo que menos desea ahora es celebrar algo.

Por unos días, había pensado que iba a poder con esto. Ilusamente, había creído que tendría la fortaleza de dejarlo atrás. Pero ahora sabe que no.

Es insoportable, pasar un buen rato y después volver a la oscuridad de su cabeza. No es algo que él pueda dejar pasar.

Se mete a la ducha cuándo ya la habitación está totalmente vacía y deja que el agua le calme el ardor de las heridas. Ha sido una insensatez hablar de lo que había sucedido antes. 
Acababa de poner a Coriolanus en una posición que no se merecía.

Otra vez haciendo las cosas mal.
Como siempre.

Se queda bajo el agua helada un buen rato, al menos, más del permitido. Pero la verdad es que no le da gran importancia. ¿Qué más da si le dan un castigo? Se lo merece.
Ya ha hecho lo peor que alguien podría hacer en la vida. Claro que se lo merece.

Si no termina consigo por su propia mano, seguro que está culpa lo consumirá por dentro de a poco. Seguro que está culpa terminara matándolo.
Y ojala lo haga, porque él ni siquiera es bueno para eso.

Él vino aquí para ser médico. Para ayudar a la gente.
Y ahora es un asesino. Y uno de los cobardes.

Se repudia.

—Sejanus.
—Coriolanus.

Volteo a mirarlo y trato de colocarse la camisa con prisa.
Ahora que había revelado su origen frente a todos le era incómodo. Era como si hubiera abierto una puerta a una parte de su vida que él creía cerrada hace mucho.

—No te vi en la fiesta.
—Creo que voy a tratar de dormir.
—Que mentiroso eres.
—Lo siento ¿Si?
— ¿Por qué? ¿Por mentirme o por hacer que me preocupe por ti?

Le generaba otro tipo de tristeza pensar que ahora Coryo pensaba que lo había manipulado. 
De verdad creía que lo mejor era morir, no lo había hecho para darle lástima a nadie.

—No pensé que te preocuparías —confiesa—. Pensé que nadie se preocuparía.
— ¿Y tu madre?
—Mi pobre viejecita —pensar en ella le generaba ganas de llorar—. ¿Qué habrá hecho ella mal para tener un hijo tan idiota como yo?

Quizá se preocuparía. Claro que se preocuparía.
Se había pasado la noche en vela recorriendo el Capitolio el día que él se había metido a la arena.

Ahora, si ella supiera lo que él le hizo a esa pobre chica.
Quizá se alegraría de que él ya no existiera.

Coriolanus atravesó la habitación terminando con la poca distancia que los separaba. 

—No digas eso.
—No tienes que seguir haciendo esto Coryo. Solamente te doy problemas.
—Cállate.
—Y además, soy un asesino.
—Eso no es verdad —acunó su rostro entre sus manos—. Iban a enviarla a la horca ¿No? La habrían colgado frente a todo el pueblo, lo único que hiciste fue...ayudarla a morir de una forma más decente.

Pero la había matado.
Nada podía borrar eso.

—La mate. La mate y me quede allí sosteniendo su mano fría.
— ¿Por eso fuiste hasta el lago? —le sorprendía que él necesitara tanto encontrar una razón concreta.

No podía saberlo, pero llevaba años con aquel sentimiento oculto dentro de su pecho.
El capitolio siempre lo había asfixiado, se lo había confesado en el tren y lo había hecho en serio.

don't blame me ✔Where stories live. Discover now