𝙲𝚊𝚙𝚒𝚝𝚞𝚕𝚘 𝙲𝚞𝚊𝚝𝚛𝚘

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Cuando Rig se levantó con elegancia y el monstruo le siguió con mucha más inseguridad, retrocedí conmocionado. "Su pierna."

Los hombros de Rig se estremecieron cuando miró hacia abajo y vió.

La espinilla izquierda del monstruo, justo alrededor de donde su piel se oscurecía en sus patas de gallo, estaba doblada en un ángulo extremadamente antinatural.

Tragué bilis.

Llevaba apoyado en ese pie durante todo nuestro encuentro con él, y Dios sabía cuánto tiempo antes.

Tenía que estar agonizando.

- "Jesús" respiró Rig.

Y entonces, como si ambos hubiéramos despertado por fin, nos pusimos en acción y dimos un paso adelante para apoyar al monstruo.

Rodié su espalda con un brazo y sentí cómo todo su cuerpo se tensaba al contacto.

En cualquier otra situación, me habría alejado si realmente lo incomodara tanto, pero definitivamente no podía -o al menos no debería- de sostenerse sobre esa pierna, y estaba bastante seguro de que tanto Rig como yo debíamos cargar con parte de su peso.

Sólo esas alas debían pesar el equivalente a dos hombres adultos.

No podía imaginar lo que era arrastrar ese peso muerto de la espalda constantemente.

De pie, el monstruo era casi 30 centímetros más alto que yo, y varios centimetros más que Rig.

Sus brazos cabían cómodamente alrededor de nuestros hombros mientras nos agarrábamos a sus lados.

Entre los tres nos las arreglamos para salir.

El pequeño y viejo remolque de carga que habíamos arrastrado hasta aquí reflejaba dulcemente el sol, y parecía estar en casa entre la colección de restos de metal y escombros que ensuciaban el suelo fuera del edificio en ruinas.

- "Ya no está lejos, amigo." Rig acarició la pálida mano del monstruo donde se encontraba frente a su hombro izquierdo.

Vi que los dedos del monstruo se aferraban rápidamente a los guantes de Rig y que los nudillos se blanqueaban aún más.

Seguía temblando con fuerza bajo nuestras manos, y su respiración era rápida e inestable.

Quería consolarlo, pero no se me ocurría nada que decir que no sonara a tópico vacío.

Rig era mejor que yo en esas cosas.

Tal vez por eso el monstruo se había acercado a él y no a mí.

Yo probablemente me mostré frío, pero no pude evitarlo.

Mi trabajo consistía en ser una sombra. Ser invisible.

Socializar no era algo que tuviera que hacer muy a menudo, y era una mierda en ello.

Por alguna razón, la idea de que esta extraña y dañada criatura pensara que no me importaba me hacia doler el pecho.

Quería decirle que sí me importaba.

Quería decirle que esperaba que pudiéramos ayudarle.

Quería que se sintiera mejor.

Quería que le arreglaran las alas.

Pero mantuve la boca cerrada, sudando bajo la máscara antigás por el gran peso del monstruo y preocupándome ya por lo que pasaría cuando volviéramos al campamento.

Después de subir el monstruo con cuidado al estrecho remolque, me enderecé y señalé con la cabeza uno de los camiones militares que había cerca.

La mayoría estaban de lado con las puertas arrancadas.

ƚԋҽ ɾყƈƙҽDonde viven las historias. Descúbrelo ahora