6.- WHITE SKIES

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JESSICA

Ambas entramos al elevador, una al lado de la otra, era lo más simple del mundo pero sentía que era como algún tipo de travesura de algún modo.

Las puertas se abrieron y ambas salimos al mismo tiempo, caminamos en dirección al restaurante, solo para darnos cuenta que ya todo estaba recogido.

—creo que es muy tarde. —Em me miró y a todo el restaurante en oscuridad.

—¿Entonces volvemos a la habitación? —Cuestioné.

Em siguió caminando por el lugar, como buscando algo, yo solo caminaba atrás de ella.

—¿No crees que alguien vaya a venir por nosotras? —Caminábamos lentamente y en silencio, pero aún así, si alguien nos había visto entrar vendría a sacarnos de aquí.

—Aquí está. —Em abrió la puerta de la cocina. Estaba muy limpia y todo en orden, guardado. —Ahora dime que te preparo.

—¿Esto se puede? —En mi mente esto parecía hasta ilegal, pero en la mente de Emily era una buena idea.

—Pagaste por un servicio de comida. Así que, te prepararé algo. —Em sonrió y yo solo comencé a reír.

—Pero ¿si aprendiste a cocinar? —Ella había sido pésima para cocinar, a menos de que los últimos años hubieran sido la excepción, yo sabía que al menos hasta sus 24, era algo que no era para ella.

—Bien, no sé cocinar aún, pero puedo preparar café o chocolate caliente —Ofreció.

—Buscaré dónde guardan el café. —Fui a buscar dentro de una alacena gigante, donde estaba todo lo necesario para preparar lo que fuera.

Cuando salí, Em estaba tratando de prender una cafetera.

—Aquí está. —Le di el café y ella comenzó a prepararlo. Me dio una taza a mi y ella se sirvió una también.

Estaba caliente, lo que hacía que nuestras manos se calentaran un poco. Una vez preparadas las tazas de café, ambas dejamos todo en su lugar y salimos de la cocina.

Caminamos nuevamente por el restaurante, el cual tenía ventanales gigantes que tenían vista hacia afuera, se veía tranquila la ciudad y la nieve aún caía.

—Mira Em, sentémonos por ahí. —Caminamos hasta la ventana más grande, que daba hacia la calle, se podía contemplar incluso el cielo.

Ambas nos sentamos en el suelo frente a la ventana, con nuestra taza de café.

—¿cuando regresas? —Me cuestiono Em.

—La próxima semana, estaré en casa para año nuevo. —Emily sonrió y dio un sorbo. —¿Y tú? —

—Mañana. —Mire a Emily y después mire nuevamente la ventana. Contemplar la nieve caer no me parecía la gran cosa, pero si una manera de mantener nuestras miradas ocupadas y no enfocadas una en la otra.

—Deberías venir a Londres alguna vez. —Continuó. —Te gustará, podría darte un tour e incluso llevarte a la casa de Jane Austen. —La mire, era sincera con lo que decía, incluso parecía nerviosa al decirlo.

—Claro que sí, se que me gustará. —Respondí.

—Si, creo que si te gustará, podrías quedarte con nosotros y decirle a tu esposo, sería muy divertido. —por un momento imaginé que así era como nuestras vidas debieron ser. Navidad en Chicago y quizás los veranos en Londres, ambas parejas serían cercanas e incluso nuestros esposos amigos, ella y yo iríamos juntas a alguna parte del mundo y nuestros esposos nos alcanzarían luego. Tal vez incluso viviríamos en la misma ciudad y cenaríamos los viernes por la noche en algún restaurante local o en la casa de alguna de las dos. Seríamos viejas después y ambas tomaríamos el té como solo a los ingleses les gusta, hablaríamos de lo que habíamos hecho de jóvenes y nos reiríamos con tan pocas ganas porque ya estaríamos muy cansadas. 

A Song for Christmas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora