Perdida en su propio mundo, una navi deberá aprender sobre lo que es ser parte de su planeta, olvidar lo que algunas vez aprendió y permitirse abrir su corazón a las nuevas posibilidades que Pandora le ofrece. Sin embargo, este camino es oscuro y ll...
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Neteyam se reunió con Andeyla debajo del árbol donde estaba el marui de la chica, al llegar escucho risas y al subir al árbol encontró a la chica con su hermano riendo de algo que él no sabía. Le sorprendió el verlos a los dos juntos, pero a la vez se alegró de que la chica se llevará tan bien con sus hermanos, con Kiri había hecho una amistad cálida, suave, como todo lo que rodeaba a la navi enseñándole a Andeyla lo preciado de la naturaleza y sus criaturas, con Tuk había establecido una amistad un poco más infantil permitiéndole a Andeyla reconectar con esa infancia perdida y ahora con Lo'ak pareciera que encontró un compañero de bromas y travesuras, el conocimiento de que la chica cada vez se movía con más libertad y confianza entre ellos le daba esperanza de que pudiera convertirse en una Omaticaya y volverse parte de su tribu, así ambos podrían permanecer juntos por siempre.
Cuando Andeyla le contó porque Lo'ak estaba allí fue aún más impactante para él, no sabía que su padre se había tomado tan mal el hecho del rastreador y la poca confianza que parecía tener en la navi, a diferencia de su madre y abuela que podían relacionarse con Andeyla y crear un vínculo de confianza, con su padre era como si la chica fuera un enemigo al cual tenían que tener vigilado. Durante esas semanas su actitud había cambiado hacía ella como si supiera algo que ellos no, pero era algo que Neteyam no quería pensar mucho, solo deseaba que ellos pudieran aprender a llevarse mejor.
- Así que Lo'ak estuvo toda la tarde allí escondido, ustedes son más cercanos de lo que creí - hablo Neteyam. Actualmente ambos se encontraban caminando por el sendero, el eclipse había llegado dejando todo en una brillante oscuridad.
- Sí, si pudiera también me escondería de tu padre – dijo Andeyla subiéndose a un tronco caído caminando sobre él como si estuviera sobre una cuerda floja en la cual debe mantener el equilibrio.
- No es tan malo – dijo Neteyam con un encogimiento de hombros – solo está preocupado. No quiere que las personas del cielo sigan dañando a nuestra gente.
- Lo sé, lo sé – dijo Andeyla, su vista fija en sus pies no queriendo perder el equilibrio. – solo quisiera que viera que es lo mismo para mí. Pero no, prefiere ponerse cascarrabias y acusarme de cosas absurdas – con un pequeño salto Andeyla bajo del tronco siguiendo a Neteyam en su camino.
- Se le pasará, estoy seguro que se dará cuenta de que no tienes nada que ver con eso cuando los ayudes a sacar todos esos rastreadores verá que lo único que quieres hacer es ayudar – Neteyam siguió a Andeyla terreno arriba el lugar donde solían descansar los ikranes de los cazadores - ¿A dónde vamos?
- Encontré un lugar cerca de aquí, te gustará – Andeyla siguió avanzando subiendo cada vez más en el terreno pasando la cuna de los ikran, Neteyam se dio cuenta de que se dirigían al acantilado punta de flecha como lo llamaban allí, era la parte más alta del bosque, el rosco terminaba en punta y de ahí su nombre. Neteyam se preguntó si irían allí por la gran vista. Subieron más por el sendero hasta llegar a unos árboles altos que tenían hongos fluorescentes los cuales usaron para moverse saltando sobre ellos para llegar al mirador. Había atukirina y los insectos voladores iluminando su camino. – es por aquí – dijo Andeyla tomando la mano de Neteyam para guiarlo entre risas de emoción por la maravillosa vista de la naturaleza. Caminaron hasta una pared de roca que estaba cubierta por la vegetación del bosque, Andeyla se inclinó señalándose a Neteyam una abertura que atravesaba la superficie de la roca.
